tag:blogger.com,1999:blog-6149094069402266312024-03-13T16:24:33.176+01:00La noche del espantapájaroshistorias de terror y ciencia ficción.El espantapájaros negrohttp://www.blogger.com/profile/08885315733223760701noreply@blogger.comBlogger11125tag:blogger.com,1999:blog-614909406940226631.post-88619610166937723762012-06-11T00:00:00.000+02:002012-06-11T00:00:00.054+02:00El ruido de un trueno (Bradbury)<br />
<table border="0" cellpadding="0" class="MsoNormalTable" style="mso-cellspacing: 1.5pt; mso-yfti-tbllook: 1184; width: 100.0%;">
<tbody>
<tr>
<td style="padding: .75pt .75pt .75pt .75pt;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-0FEH_G3TwJ4/T9UHaPusaGI/AAAAAAAAAFU/6k3UoU3Z7aU/s1600/sth1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="216" src="http://4.bp.blogspot.com/-0FEH_G3TwJ4/T9UHaPusaGI/AAAAAAAAAFU/6k3UoU3Z7aU/s320/sth1.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: center;">
<span style="line-height: 18px;"><span style="color: red;">Imagen de la película "El sonido del trueno" Basada en este relato </span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">El anuncio en la pared parecía
temblar bajo una móvil película de agua caliente. Eckels sintió que
parpadeaba, y el anuncio ardió en la momentánea oscuridad:<span style="font-size: small;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">SAFARI EN EL TIEMPO S.A.
SAFARIS A CUALQUIER AÑO DEL PASADO. USTED ELIGE EL ANIMAL NOSOTROS LO LLEVAMOS
ALLÍ, USTED LO MATA.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Una flema tibia se le formó en
la garganta a Eckels. Tragó saliva empujando hacia abajo la flema. Los
músculos alrededor de la boca formaron una sonrisa, mientras alzaba
lentamente la mano, y la mano se movió con un cheque de diez mil dólares ante
el hombre del escritorio.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¿Este safari garantiza que yo
regrese vivo?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-No garantizamos nada -dijo el
oficial-, excepto los dinosaurios. -Se volvió-. Este es el señor Travis, su
guía safari en el pasado. Él le dirá a qué debe disparar y en qué momento. Si
usted desobedece sus instrucciones, hay una multa de otros diez mil dólares,
además de una posible acción del gobierno, a la vuelta.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Eckels miró en el otro extremo
de la vasta oficina la confusa maraña zumbante de cables y cajas de acero, y
el aura ya anaranjada, ya plateada, ya azul. Era como el sonido de una
gigantesca hoguera donde ardía el tiempo, todos los años y todos los
calendarios de pergamino, todas las horas apiladas en llamas. El roce de una
mano, y este fuego se volvería maravillosamente, y en un instante, sobre sí
mismo. Eckels recordó las palabras de los anuncios en la carta. De las brasas
y cenizas, del polvo y los carbones, como doradas salamandras, saltarán los
viejos años, los verdes años; rosas endulzarán el aire, las canas se volverán
negro ébano, las arrugas desaparecerán. Todo regresará volando a la semilla,
huirá de la muerte, retornará a sus principios; los soles se elevarán en los
cielos occidentales y se pondrán en orientes gloriosos, las lunas se
devorarán al revés a sí mismas, todas las cosas se meterán unas en otras como
cajas chinas, los conejos entrarán en los sombreros, todo volverá a la fresca
muerte, la muerte en la semilla, la muerte verde, al tiempo anterior al
comienzo. Bastará el roce de una mano, el más leve roce de una mano.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¡Infierno y condenación!
-murmuró Eckels con la luz de la máquina en el rostro delgado-. Una verdadera
máquina del tiempo. -Sacudió la cabeza-. Lo hace pensar a uno. Si la elección
hubiera ido mal ayer, yo quizá estaría aquí huyendo de los resultados.
Gracias a Dios ganó Keith. Será un buen presidente.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Sí -dijo el hombre detrás del
escritorio-. Tenemos suerte. Si Deutscher hubiese ganado, tendríamos la peor
de las dictaduras. Es el antídoto, militarista, anticristo, antihumano, antintelectual.
La gente nos llamó, ya sabe usted, bromeando, pero no enteramente. Decían que
si Deutscher era presidente, querían ir a vivir a 1492. Por supuesto, no nos
ocupamos de organizar evasiones, sino safaris. De todos modos, el presidente
es Keith. Ahora su única preocupación es...<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Eckels terminó la frase:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Matar mi dinosaurio.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Un Tyrannosaurus rex. El
lagarto del Trueno, el más terrible monstruo de la historia. Firme este
permiso. Si le pasa algo, no somos responsables. Estos dinosaurios son<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">voraces.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Eckels enrojeció, enojado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¿Trata de asustarme?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Francamente, sí. No queremos
que vaya nadie que sienta pánico al primer tiro. El año pasado murieron seis
jefes de safari y una docena de cazadores. Vamos a darle a usted la más
extraordinaria emoción que un cazador pueda pretender. Lo enviaremos sesenta
millones de años atrás para que disfrute de la mayor y más emocionante
cacería de todos los tiempos. Su cheque está todavía aquí. Rómpalo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">El señor Eckels miró el cheque
largo rato. Se le retorcían los dedos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Buena suerte -dijo el hombre
detrás del mostrador-. El señor Travis está a su disposición.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Cruzaron el salón
silenciosamente, llevando los fusiles, hacia la Máquina, hacia el metal
plateado y la luz rugiente.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Primero un día y luego una
noche y luego un día y luego una noche, y luego día-noche-día-noche-día. Una
semana, un mes, un año, ¡una década! 2055, 2019, ¡1999! ¡1957!
¡Desaparecieron! La Máquina rugió. Se pusieron los cascos de oxígeno y
probaron los intercomunicadores. Eckels se balanceaba en el asiento
almohadillado, con el rostro pálido y duro. Sintió un temblor en los brazos y
bajó los ojos y vio que sus manos apretaban el fusil. Había otros cuatro
hombres en esa máquina. Travis, el jefe del safari, su asistente, Lesperance,
y dos otros cazadores, Billings y Kramer. Se miraron unos a otros y los años
llamearon alrededor.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¿Estos fusiles pueden matar a
un dinosaurio de un tiro? -se oyó decir a Eckels.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Si da usted en el sitio
preciso -dijo Travis por la radio del casco-. Algunos dinosaurios tienen dos
cerebros, uno en la cabeza, otro en la columna espinal. No les tiraremos a
éstos, y tendremos más probabilidades. Aciérteles con los dos primeros tiros
a los ojos, si puede, cegándolo, y luego dispare al cerebro.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">La máquina aulló. El tiempo era
una película que corría hacia atrás. Pasaron soles, y luego diez millones de
lunas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Dios santo -dijo Eckels-. Los
cazadores de todos los tiempos nos envidiarían hoy. África al lado de esto
parece Illinois.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">El sol se detuvo en el cielo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">La niebla que había envuelto la
Máquina se desvaneció. Se encontraban en los viejos tiempos, tiempos muy
viejos en verdad, tres cazadores y dos jefes de safari con sus metálicos
rifles azules en las rodillas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Cristo no ha nacido aún -dijo
Travis-. Moisés no ha subido a la montaña a hablar con Dios. Las pirámides
están todavía en la tierra, esperando. Recuerde que Alejandro, Julio César,
Napoleón, Hitler... no han existido.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Los hombres asintieron con
movimientos de cabeza.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Eso -señaló el señor Travis-
es la jungla de sesenta millones dos mil cincuenta y cinco años antes del
presidente Keith.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Mostró un sendero de metal que
se perdía en la vegetación salvaje, sobre pantanos humeantes, entre palmeras
y helechos gigantescos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Y eso -dijo- es el Sendero,
instalado por Safari en el Tiempo para su provecho. Flota a diez centímetros
del suelo. No toca ni siquiera una brizna, una flor o un árbol. Es de un
metal anti gravitatorio. El propósito del Sendero es impedir que toque usted
este mundo del pasado de algún modo. No se salga del Sendero. Repito. No se
salga de él. ¡Por ningún motivo! Si se cae del Sendero hay una multa. Y no
tire contra ningún animal que nosotros no aprobemos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¿Por qué? -preguntó Eckels.
Estaban en la antigua selva. Unos pájaros lejanos gritaban en el viento, y
había un olor de alquitrán y viejo mar salado, hierbas húmedas y flores de
color de sangre.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-No queremos cambiar el futuro.
Este mundo del pasado no es el nuestro. Al gobierno no le gusta que estemos
aquí. Tenemos que dar mucho dinero para conservar nuestras franquicias. Una
máquina del tiempo es un asunto delicado. Podemos matar inadvertidamente un
animal importante, un pajarito, un coleóptero, aun una flor, destruyendo así
un eslabón importante en la evolución de las especies.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-No me parece muy claro -dijo
Eckels.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Muy bien -continuó Travis-,
digamos que accidentalmente matamos aquí un ratón. Eso significa destruir las
futuras familias de este individuo, ¿entiende?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Entiendo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¡Y todas las familias de las
familias de ese individuo! Con sólo un pisotón aniquila usted primero uno,
luego una docena, luego mil, un millón, ¡un billón de posibles ratones!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Bueno, ¿y eso qué? -inquirió
Eckels.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¿Eso qué? -gruñó suavemente
Travis-. ¿Qué pasa con los zorros que necesitan esos ratones para sobrevivir?
Por falta de diez ratones muere un zorro. Por falta de diez zorros, un león
muere de hambre. Por falta de un león, especies enteras de insectos, buitres,
infinitos billones de formas de vida son arrojadas al caos y la destrucción.
Al final todo se reduce a esto: cincuenta y nueve millones de años más tarde,
un hombre de las cavernas, uno de la única docena que hay en todo el mundo,
sale a cazar un jabalí o un tigre para alimentarse. Pero usted, amigo, ha
aplastado con el pie a todos los tigres de esa zona al haber pisado un ratón.
Así que el hombre de las cavernas se muere de hambre. Y el hombre de las
cavernas, no lo olvide, no es un hombre que pueda desperdiciarse, ¡no! Es
toda una futura nación. De él nacerán diez hijos. De ellos nacerán cien
hijos, y así hasta llegar a nuestros días. Destruya usted a este hombre, y
destruye usted una raza, un pueblo, toda una historia viviente. Es como
asesinar a uno de los nietos de Adán. El pie que ha puesto usted sobre el
ratón desencadenará así un terremoto, y sus efectos sacudirán nuestra tierra
y nuestros destinos a través del tiempo, hasta sus raíces. Con la muerte de
ese hombre de las cavernas, un billón de otros hombres no saldrán nunca de la
matriz. Quizás Roma no se alce nunca sobre las siete colinas. Quizá Europa
sea para siempre un bosque oscuro, y sólo crezca Asia saludable y prolífica.
Pise usted un ratón y aplastará las pirámides. Pise un ratón y dejará su
huella, como un abismo en la eternidad. La reina Isabel no nacerá nunca,
Washington no cruzará el Delaware, nunca habrá un país llamado Estados
Unidos. Tenga cuidado. No se salga del Sendero. ¡Nunca pise afuera!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Ya veo -dijo Eckels-. Ni
siquiera debemos pisar la hierba.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Correcto. Al aplastar ciertas
plantas quizá sólo sumemos factores infinitesimales. Pero un pequeño error
aquí se multiplicará en sesenta millones de años hasta alcanzar proporciones
extraordinarias. Por supuesto, quizá nuestra teoría esté equivocada. Quizá
nosotros no podamos cambiar el tiempo. O tal vez sólo pueda cambiarse de
modos muy sutiles. Quizá un ratón muerto aquí provoque un desequilibrio entre
los insectos de allá, una desproporción en la población más tarde, una mala
cosecha luego, una depresión, hambres colectivas, y, finalmente, un cambio en
la conducta social de alejados países. O aun algo mucho más sutil. Quizá sólo
un suave aliento, un murmullo, un cabello, polen en el aire, un cambio tan,
tan leve que uno podría notarlo sólo mirando de muy cerca. ¿Quién lo sabe?
¿Quién puede decir realmente que lo sabe? No nosotros. Nuestra teoría no es
más que una hipótesis. Pero mientras no sepamos con seguridad si nuestros
viajes por el tiempo pueden terminar en un gran estruendo o en un
imperceptible crujido, tenemos que tener mucho cuidado. Esta máquina, este
sendero, nuestros cuerpos y nuestras ropas han sido esterilizados, como usted
sabe, antes del viaje. Llevamos estos cascos de oxígeno para no introducir
nuestras bacterias en una antigua atmósfera.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¿Cómo sabemos qué animales
podemos matar?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Están marcados con pintura
roja -dijo Travis-. Hoy, antes de nuestro viaje, enviamos aquí a Lesperance
con la Máquina. Vino a esta Era particular y siguió a ciertos animales.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¿Para estudiarlos?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Exactamente -dijo Travis-. Los
rastreó a lo largo de toda su existencia, observando cuáles vivían mucho
tiempo. Muy pocos. Cuántas veces se acoplaban. Pocas. La vida es breve.
Cuando encontraba alguno que iba a morir aplastado por un árbol u otro que se
ahogaba en un pozo de alquitrán, anotaba la hora exacta, el minuto y el
segundo, y le arrojaba una bomba de pintura que le manchaba de rojo el
costado. No podemos equivocarnos. Luego midió nuestra llegada al pasado de
modo que no nos encontremos con el monstruo más de dos minutos antes de
aquella muerte. De este modo, sólo matamos animales sin futuro, que nunca
volverán a acoplarse. ¿Comprende qué cuidadosos somos?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Pero si ustedes vinieron esta
mañana -dijo Eckels ansiosamente-, debían haberse encontrado con nosotros,
nuestro safari. ¿Qué ocurrió? ¿Tuvimos éxito? ¿Salimos todos... vivos?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Travis y Lesperance se miraron.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Eso hubiese sido una paradoja
-habló Lesperance-. El tiempo no permite esas confusiones..., un hombre que
se encuentra consigo mismo. Cuando va a ocurrir algo parecido, el tiempo se
hace a un lado. Como un avión que cae en un pozo de aire. ¿Sintió usted ese
salto de la Máquina, poco antes de nuestra llegada? Estábamos cruzándonos con
nosotros mismos que volvíamos al futuro. No vimos nada. No hay modo de saber
si esta expedición fue un éxito, si cazamos nuestro monstruo, o si todos
nosotros, y usted, señor Eckels, salimos con vida. Eckels sonrió débilmente.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Dejemos esto -dijo Travis con
brusquedad-. ¡Todos de pie! Se prepararon a dejar la Máquina. La jungla era
alta y la jungla era ancha y la jungla era todo el mundo para siempre y para
siempre. Sonidos como música y sonidos como lonas voladoras llenaban el aire:
los pterodáctilos que volaban con cavernosas alas grises, murciélagos
gigantescos nacidos del delirio de una noche febril. Eckels, guardando el
equilibrio en el estrecho sendero, apuntó con su rifle, bromeando.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¡No haga eso! -dijo Travis.-
¡No apunte ni siquiera en broma, maldita sea! Si se le dispara el arma...<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Eckels enrojeció.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">- ¿Dónde está nuestro
Tyrannosaurus?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">- Lesperance miró su reloj de
pulsera.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Adelante. Nos cruzaremos con
él dentro de sesenta segundos. Busque la pintura roja, por Cristo. No dispare
hasta que se lo digamos. Quédese en el Sendero. ¡Quédese en el Sendero!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Se adelantaron en el viento de
la mañana.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Qué raro -murmuró Eckels-.
Allá delante, a sesenta millones de años, ha pasado el día de elección. Keith
es presidente. Todos celebran. Y aquí, ellos no existen aún. Las cosas que
nos preocuparon durante meses, toda una vida, no nacieron ni fueron pensadas
aún.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¡Levanten el seguro, todos!
-ordenó Travis-. Usted dispare primero, Eckels. Luego, Billings. Luego,
Kramer.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-He cazado tigres, jabalíes,
búfalos, elefantes, pero esto, Jesús, esto es caza -comentó Eckels -. Tiemblo
como un niño.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">- Ah -dijo Travis.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Todos se detuvieron.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Travis alzó una mano.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Ahí adelante -susurró-. En la
niebla. Ahí está Su Alteza Real.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">La jungla era ancha y llena de
gorjeos, crujidos, murmullos y suspiros. De pronto todo cesó, como si alguien
hubiese cerrado una puerta.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Silencio.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">El ruido de un trueno.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">De la niebla, a cien metros de
distancia, salió el Tyrannosaurus rex.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Jesucristo -murmuró Eckels.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¡Chist!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Venía a grandes trancos, sobre
patas aceitadas y elásticas. Se alzaba diez metros por encima de la mitad de
los árboles, un gran dios del mal, apretando las delicadas garras de relojero
contra el oleoso pecho de reptil. Cada pata inferior era un pistón,
quinientos kilos de huesos blancos, hundidos en gruesas cuerdas de músculos,
encerrados en una vaina de piel centelleante y áspera, como la cota de malla
de un guerrero terrible. Cada muslo era una tonelada de carne, marfil y
acero. Y de la gran caja de aire del torso colgaban los dos brazos delicados,
brazos con manos que podían alzar y examinar a los hombres como juguetes,
mientras el cuello de serpiente se retorcía sobre sí mismo. Y la cabeza, una
tonelada de piedra esculpida que se alzaba fácilmente hacia el cielo, En la
boca entreabierta asomaba una cerca de dientes como dagas. Los ojos giraban
en las órbitas, ojos vacíos, que nada expresaban, excepto hambre. Cerraba la
boca en una mueca de muerte. Corría, y los huesos de la pelvis hacían a un
lado árboles y arbustos, y los pies se hundían en la tierra dejando huellas
de quince centímetros de profundidad. Corría como si diese unos deslizantes
pasos de baile, demasiado erecto y en equilibrio para sus diez toneladas.
Entró fatigadamente en el área de sol, y sus hermosas manos de reptil
tantearon el aire.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¡Dios mío! -Eckels torció la
boca-. Puede incorporarse y alcanzar la luna.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¡Chist! -Travis sacudió
bruscamente la cabeza-. Todavía no nos vio.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-No es posible matarlo. -Eckels
emitió con serenidad este veredicto, como si fuese indiscutible. Había visto
la evidencia y ésta era su razonada opinión. El arma en sus manos parecía un
rifle de aire comprimido-. Hemos sido unos locos. Esto es imposible.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¡Cállese! -siseó Travis.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Una pesadilla.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Dé media vuelta -ordenó
Travis-. Vaya tranquilamente hasta la máquina. Le devolveremos la mitad del
dinero.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-No imaginé que sería tan
grande -dijo Eckels-. Calculé mal. Eso es todo. Y ahora quiero irme.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¡Nos vio!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¡Ahí está la pintura roja en
el pecho!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">El Lagarto del Trueno se
incorporó. Su armadura brilló como mil monedas verdes. Las monedas,
embarradas, humeaban. En el barro se movían diminutos insectos, de modo que
todo el cuerpo parecía retorcerse y ondular, aun cuando el monstruo mismo no
se moviera. El monstruo resopló. Un hedor de carne cruda cruzó la jungla.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Sáquenme de aquí -pidió
Eckels-. Nunca fue como esta vez. Siempre supe que saldría vivo. Tuve buenos
guías, buenos safaris, y protección. Esta vez me he equivocado. Me he
encontrado con la horma de mi zapato, y lo admito. Esto es demasiado para mí.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-No corra -dijo Lesperance-.
Vuélvase. Ocúltese en la Máquina. -Sí.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Eckels parecía aturdido. Se
miró los pies como si tratara de moverlos. Lanzó un gruñido de desesperanza.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¡Eckels!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Eckels dio unos pocos pasos,
parpadeando, arrastrando los pies. -¡Por ahí no!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">El monstruo, al advertir un
movimiento, se lanzó hacia adelante con un grito terrible. En cuatro segundos
cubrió cien metros. Los rifles se alzaron y llamearon. De la boca del
monstruo salió un torbellino que los envolvió con un olor de barro y sangre
vieja. El monstruo rugió con los dientes brillantes al sol.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Eckels, sin mirar atrás, caminó
ciegamente hasta el borde del Sendero, con el rifle que le colgaba de los
brazos. Salió del Sendero, y caminó, y caminó por la jungla. Los pies se le
hundieron en un musgo verde. Lo llevaban las piernas, y se sintió solo y
alejado de lo que ocurría atrás.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Los rifles dispararon otra vez.
El ruido se perdió en chillidos y truenos. La gran palanca de la cola del
reptil se alzó sacudiéndose. Los árboles estallaron en nubes de hojas y
ramas. El monstruo retorció sus manos de joyero y las bajó como para
acariciar a los hombres, para partirlos en dos, aplastarlos como cerezas,
meterlos entre los dientes y en la rugiente garganta. Sus ojos de canto
rodado bajaron a la altura de los hombres, que vieron sus propias imágenes.
Dispararon sus armas contra las pestañas metálicas y los brillantes iris
negros.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Como un ídolo de piedra, como
el desprendimiento de una montaña, el Tyrannosaurus cayó. Con un trueno, se
abrazó a unos árboles, los arrastró en su caída. Torció y quebró el Sendero
de Metal. Los hombres retrocedieron alejándose. El cuerpo golpeó el suelo,
diez toneladas de carne fría y piedra. Los rifles dispararon. El monstruo
azotó el aire con su cola acorazada, retorció sus mandíbulas de serpiente, y
ya no se movió. Una fuente de sangre le brotó de la garganta. En alguna
parte, adentro, estalló un saco de fluidos. Unas bocanadas nauseabundas
empaparon a los cazadores. Los hombres se quedaron mirándolo, rojos y
resplandecientes.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">El trueno se apagó.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">La jungla estaba en silencio.
Luego de la tormenta, una gran paz. Luego de la pesadilla, la mañana.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Billings y Kramer se sentaron
en el sendero y vomitaron. Travis y Lesperance, de pie, sosteniendo aún los
rifles humeantes, juraban continuamente.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">En la Máquina del Tiempo, cara
abajo, yacía Eckels, estremeciéndose. Había encontrado el camino de vuelta al
Sendero y había subido a la Máquina. Travis se acercó, lanzó una ojeada a
Eckels, sacó unos trozos de algodón de una caja metálica y volvió junto a los
otros, sentados en el Sendero.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Límpiense.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Limpiaron la sangre de los
cascos. El monstruo yacía como una loma de carne sólida. En su interior uno
podía oír los suspiros y murmullos a medida que morían las más lejanas de las
cámaras, y los órganos dejaban de funcionar, y los líquidos corrían un último
instante de un receptáculo a una cavidad, a una glándula, y todo se cerraba
para siempre. Era como estar junto a una locomotora estropeada o una
excavadora de vapor en el momento en que se abren las válvulas o se las
cierra herméticamente. Los huesos crujían. La propia carne, perdido el
equilibrio, cayó como peso muerto sobre los delicados antebrazos,
quebrándolos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Otro crujido. Allá arriba, la
gigantesca rama de un árbol se rompió y cayó. Golpeó a la bestia muerta como
algo final.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Ahí está- Lesperance miró su
reloj-. Justo a tiempo. Ese es el árbol gigantesco que originalmente debía
caer y matar al animal.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Miró a los dos cazadores:
¿Quieren la fotografía trofeo?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¿Qué?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-No podemos llevar un trofeo al
futuro. El cuerpo tiene que quedarse aquí donde hubiese muerto originalmente,
de modo que los insectos, los pájaros y las bacterias puedan vivir de él,
como estaba previsto. Todo debe mantener su equilibrio. Dejamos el cuerpo.
Pero podemos llevar una foto con ustedes al lado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Los dos hombres trataron de
pensar, pero al fin sacudieron la cabeza. Caminaron a lo largo del Sendero de
metal. Se dejaron caer de modo cansino en los almohadones de la Máquina.
Miraron otra vez el monstruo caído, el monte paralizado, donde unos raros
pájaros reptiles y unos insectos dorados trabajaban ya en la humeante
armadura.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Un sonido en el piso de la
Máquina del Tiempo los endureció. Eckels estaba allí, temblando.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Lo siento -dijo al fin.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¡Levántese! -gritó Travis.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Eckels se levantó.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¡Vaya por ese sendero, solo!
-agregó Travis, apuntando con el rifle-. Usted no volverá a la Máquina. ¡Lo
dejaremos aquí!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Lesperance tomó a Travis por el
brazo. -Espera...<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¡No te metas en esto! -Travis
se sacudió apartando la mano-. Este hijo de perra casi nos mata. Pero eso no
es bastante. Diablo, no. ¡Sus zapatos! ¡Míralos! Salió del Sendero. ¡Dios mío!,
estamos arruinados Cristo sabe qué multa nos pondrán. ¡Decenas de miles de
dólares! Garantizamos que nadie dejaría el Sendero. Y él lo dejó. ¡Oh,
condenado tonto! Tendré que informar al gobierno. Pueden hasta quitarnos la
licencia. ¡Dios sabe lo que le ha hecho al tiempo, a la Historia!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Cálmate. Sólo pisó un poco de
barro.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¿Cómo podemos saberlo? -gritó
Travis-. ¡No sabemos nada! ¡Es un condenado misterio! ¡Fuera de aquí, Eckels!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Eckels buscó en su chaqueta.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Pagaré cualquier cosa. ¡Cien
mil dólares!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Travis miró enojado la libreta
de cheques de Eckels y escupió.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Vaya allí. El monstruo está
junto al Sendero. Métale los brazos hasta los codos en la boca, y vuelva.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¡Eso no tiene sentido!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-El monstruo está muerto,
cobarde bastardo. ¡Las balas! No podemos dejar aquí las balas. No pertenecen
al pasado, pueden cambiar algo. Tome mi cuchillo. ¡Extráigalas!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">La jungla estaba viva otra vez,
con los viejos temblores y los gritos de los pájaros. Eckels se volvió
lentamente a mirar al primitivo vaciadero de basura, la montaña de pesadillas
y terror. Luego de un rato, como un sonámbulo, se fue, arrastrando los pies.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Regresó temblando cinco minutos
más tarde, con los brazos empapados y rojos hasta los codos. Extendió las
manos. En cada una había un montón de balas. Luego cayó. Se quedó allí, en el
suelo, sin moverse.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-No había por qué obligarlo a
eso - dijo Lesperance.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¿No? Es demasiado pronto para
saberlo. -Travis tocó con el pie el cuerpo inmóvil.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Vivirá. La próxima vez no
buscará cazas como ésta. Muy bien. -Le hizo una fatigada seña con el pulgar a
Lesperance-. Enciende. Volvamos a casa. 1492. 1776. 1812.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Se limpiaron las caras y manos.
Se cambiaron las camisas y pantalones. Eckels se había incorporado y se
paseaba sin hablar. Travis lo miró furiosamente durante diez minutos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-No me mire -gritó Eckels-. No
hice nada.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¿Quién puede decirlo?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Salí del sendero, eso es todo;
traje un poco de barro en los zapatos. ¿Qué quiere que haga? ¿Que me
arrodille y rece?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Quizá lo necesitemos. Se lo
advierto, Eckels. Todavía puedo matarlo. Tengo listo el fusil.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Soy inocente. ¡No he hecho
nada!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">1999, 2000, 2055.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">La máquina se detuvo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Afuera -dijo Travis.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">El cuarto estaba como lo habían
dejado. Pero no de modo tan preciso. El mismo hombre estaba sentado detrás
del mismo escritorio. Pero no exactamente el mismo hombre detrás del mismo
escritorio.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Travis miró alrededor con
rapidez.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¿Todo bien aquí? -estalló.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Muy bien. ¡Bienvenidos!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Travis no se sintió tranquilo.
Parecía estudiar hasta los átomos del aire, el modo como entraba la luz del
sol por la única ventana alta.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-Muy bien, Eckels, puede salir.
No vuelva nunca.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Eckels no se movió.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¿No me ha oído? -dijo Travis-.
¿Qué mira?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Eckels olía el aire, y había
algo en el aire, una sustancia química tan sutil, tan leve, que sólo el débil
grito de sus sentidos subliminales le advertía que estaba allí. Los colores
blanco, gris, azul, anaranjado, de las paredes, del mobiliario, del cielo más
allá de la ventana, eran... eran... Y había una sensación. Se estremeció. Le
temblaron las manos. Se quedó oliendo aquel elemento raro con todos los poros
del cuerpo. En alguna parte alguien debía de estar tocando uno de esos
silbatos que sólo pueden oír los perros. Su cuerpo respondió con un grito
silencioso. Más allá de este cuarto, más allá de esta pared, más allá de este
hombre que no era exactamente el mismo hombre detrás del mismo escritorio...,
se extendía todo un mundo de calles y gente. Qué suerte de mundo era ahora,
no se podía saber. Podía sentirlos cómo se movían, más allá de los muros,
casi, como piezas de ajedrez que arrastraban un viento seco...<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Pero había algo más inmediato.
El anuncio pintado en la pared de la oficina, el mismo anuncio que había
leído aquel mismo día al entrar allí por vez primera.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">De algún modo el anuncio había
cambiado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">SEFARI EN EL TIEMPO. S. A.
SEFARIS A KUALKUIER AÑO DEL PASADO USTE NOMBRA EL ANIMAL NOSOTROS LO LLEBAMOS
AYI. USTE LO MATA.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Eckels sintió que caía en una
silla. Tanteó insensatamente el grueso barro de sus botas. Sacó un trozo,
temblando.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-No, no puede ser. Algo tan
pequeño. No puede ser. ¡No!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Hundida en el barro, brillante,
verde, y dorada, y negra, había una mariposa, muy hermosa y muy muerta.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¡No algo tan pequeño! ¡No una
mariposa! -gritó Eckels.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Cayó al suelo una cosa
exquisita, una cosa pequeña que podía destruir todos los equilibrios,
derribando primero la línea de un pequeño dominó, y luego de un gran dominó,
y luego de un gigantesco dominó, a lo largo de los años, a través del tiempo.
La mente de Eckels giró sobre si misma. La mariposa no podía cambiar las
cosas. Matar una mariposa no podía ser tan importante. ¿Podía?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Tenía el rostro helado.
Preguntó, temblándole la boca:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">- ¿Quién... quién ganó la
elección presidencial ayer?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">El hombre detrás del mostrador
se rió.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¿Se burla de mí? Lo sabe muy
bien. ¡Deutscher, por supuesto! No ese condenado debilucho de Keith. Tenemos
un hombre fuerte ahora, un hombre de agallas. ¡Sí, señor! -El oficial calló-.
¿Qué pasa?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">Eckels gimió. Cayó de rodillas.
Recogió la mariposa dorada con dedos temblorosos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">-¿No podríamos -se preguntó a
sí mismo, le preguntó al mundo, a los oficiales, a la Máquina,- no podríamos
llevarla allá, no podríamos hacerla vivir otra vez? ¿No podríamos empezar de
nuevo? ¿No podríamos...?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">No se movió. Con los ojos
cerrados, esperó estremeciéndose. Oyó que Travis gritaba; oyó que Travis
preparaba el rifle, alzaba el seguro, y apuntaba.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="line-height: 115%;">El ruido de un trueno.<o:p></o:p></span></div>
</td>
</tr>
</tbody></table>
<br />
<div class="MsoNormal">
<br /></div>El espantapájaros negrohttp://www.blogger.com/profile/08885315733223760701noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-614909406940226631.post-16393301293215407252012-06-08T00:00:00.000+02:002012-06-08T00:00:06.245+02:00La casa del juez (Stoker)<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-MGC5M1N2LCs/T9EYXOYsSOI/AAAAAAAAAFI/N9r-1hf_63c/s1600/getcover.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://4.bp.blogspot.com/-MGC5M1N2LCs/T9EYXOYsSOI/AAAAAAAAAFI/N9r-1hf_63c/s320/getcover.jpg" width="213" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="color: red;">Portada del libro</span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="color: red;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Próxima la
época de exámenes, Malcolm Malcolmson decidió ir a algún lugar solitario donde
poder estudiar sin ser interrumpido. Temía las playas por su atractivo, y
también desconfiaba del aislamiento rural, pues conocía desde hacía mucho
tiempo sus encantos. Lo que buscaba era un pequeño pueblo sin pretensiones
donde nada le distrajera del estudio. Refrenó sus deseos de pedir consejo a
algún amigo, pues pensó que cada uno le recomendaría un sitio ya conocido
donde, indudablemente, tendría amigos. Malcolmson deseaba evitar las amistades,
y todavía tenía menos deseos de establecer contacto con los amigos de los
amigos. Así que decidió buscar por sí mismo el lugar. Hizo su equipaje, tan
sólo una maleta con un poco de ropa y todos los libros que necesitaba, y compró
un billete para el primer nombre desconocido que vio en los itinerarios de los
trenes de cercanías.</div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Cuando al
cabo de tres horas de viaje se bajó en Benchurch, se sintió satisfecho de lo
bien que había conseguido borrar sus pistas para poder disponer del tiempo y la
tranquilidad necesarios para proseguir sus estudios. Acudió de inmediato a la
única fonda del pequeño y soñoliento lugar, y tomó una habitación para la
noche. Benchurch era un pueblo donde se celebraban regularmente mercados, y una
semana de cada mes era invadido por una enorme muchedumbre; pero durante los
restantes veintiún días no tenía más atractivos que los que pueda tener un
desierto.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Al día
siguiente de su llegada, Malcolmson buscó una residencia aún más aislada y
apacible que una fonda tan tranquila como «El Buen Viajero». Sólo encontró un
lugar que satisfacía realmente sus más exageradas ideas acerca de la
tranquilidad. Realmente, tranquilidad no era la palabra más apropiada para
aquel sitio; desolación era el único término que podía transmitir una cierta
idea de su aislamiento. Era una casa vieja, anticuada, de construcción pesada y
estilo jacobino, con macizos gabletes y ventanas, más pequeñas de lo
acostumbrado y situadas más alto de lo habitual en esas casas; estaba rodeada
por un alto muro de ladrillos sólidamente construido. En realidad, daba más la
impresión de un edificio fortificado que de una simple vivienda. Pero todo esto
era lo que le gustaba a Malcolmson. «He aquí —pensó— el lugar que estaba
buscando, y sólo si lo consigo me sentiré feliz.» Su alegría aumentó cuando se
dio <a href="http://www.letrasperdidas.galeon.com/consagrados/c_stoker01.htm" title="Powered by Text-Enhance">cuenta</a> que estaba sin alquilar en
aquel momento.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
En la
oficina de correos averiguó el nombre del agente, que se sorprendió mucho al
saber que alguien deseaba ocupar parte de la vieja casona. El señor Carnford,
abogado local y agente inmobiliario, era un amable caballero de edad avanzada
que confesó con franqueza el placer que le producía el que alguien desease
alquilar la casa.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—A decir
verdad —señaló—, me alegraría mucho, por los dueños, naturalmente, que alguien
ocupase la casa durante años, aunque fuera de forma gratuita, si con ello el
pueblo pudiera acostumbrarse a verla habitada. Ha estado vacía durante tanto
tiempo que se ha levantado una especie de prejuicio absurdo a su alrededor, y
la mejor manera de acabar con él es ocuparla..., aunque sólo sea —añadió,
alzando una astuta mirada hacia Malcolmson— por un estudiante como usted, que
desea quietud durante algún tiempo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Malcolmson
juzgó inútil pedir detalles al hombre acerca del «absurdo prejuicio»; sabía que
sobre aquel tema podría conseguir más información en cualquier otro lugar. Pagó
pues por adelantado el alquiler de tres meses, se guardó el recibo y el nombre
de una señora que posiblemente se comprometería a ocuparse de él, y se marchó
con las llaves en el bolsillo. De ahí fue directamente a hablar con la dueña de
la fonda, una mujer alegre y bondadosa a la que pidió consejo acerca de qué clase
y cantidad de víveres y provisiones necesitaría. Ella alzó las manos con
estupefacción cuando él le dijo dónde pensaba alojarse.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—¡En la Casa
del Juez no! —exclamó, palideciendo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Él respondió
que ignoraba el nombre de la casa, pero le explicó dónde estaba situada. Cuando
hubo terminado, la mujer contestó:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—¡Sí, no
cabe duda..., no cabe duda que es el mismo sitio! Es la Casa del Juez.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Entonces él
le pidió que le hablase de la casa, por qué se llamaba así y qué tenía ella en
contra. La mujer le contó que en el pueblo la llamaban así porque hacía muchos
años (no podía decir exactamente cuántos, puesto que ella era de otra parte de
la región, pero debían ser al menos unos cien o quizá más) había sido el
domicilio de cierto juez que en su tiempo inspiró gran espanto a causa del
rigor de sus sentencias y de la hostilidad con la que siempre se enfrentó a los
acusados en su tribunal. Acerca de lo que había en contra de la casa no podía
decir nada. Ella misma lo había preguntado a menudo, pero nadie la supo informar.
De todos modos, el sentimiento general era que allí había algo, y ella por su
parte no aceptaría ni todo el dinero del Banco de Drinkswater si a cambio se le
pedía que permaneciera una sola hora a solas en la casa. Luego se excusó ante
Malcolmson ante la posibilidad que sus palabras pudieran preocuparle.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—Es que esas
cosas, señor, no me gustan nada, y además el que usted, un caballero tan joven,
se vaya, y perdone que se lo diga, a vivir allí tan solo... Si fuera hijo mío,
y perdone que se lo diga, no pasaría usted allí ni una [sola] noche, aunque
tuviera que ir yo misma en persona y hacer sonar la gran campana de alarma que
hay en el tejado.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
La pobre
mujer hablaba de buena fe, y con tan buenas intenciones, que Malcolmson, además
de regocijado, se sintió conmovido. Le expresó cuánto apreciaba el interés que
se tomaba por él y luego, amablemente, añadió:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—Pero mi
querida señora Witham, le aseguro que no es necesario que se preocupe por mí.
Un hombre que, como yo, estudia matemáticas superiores, tiene demasiadas cosas
en la cabeza para que pueda molestarle ninguno de esos misteriosos «algos»; por
otra parte, mi trabajo es demasiado exacto y prosaico como para permitir que
algún rincón de mi mente preste atención a misterios de cualquier tipo. ¡La
progresión armónica, las permutaciones, las combinaciones y las funciones
elípticas son ya misterios suficientes para mí!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
La señora
Witham se encargó amablemente de suministrarle provisiones, y él fue en busca
de la vieja que le habían recomendado para «ocuparse de él». Cuando, al cabo de
unas dos horas, regresó con ella a la Casa del Juez, se encontró con la señora
Witham, que le esperaba en persona, junto con varios hombres y chiquillos
portadores de diversos paquetes, e incluso de una cama que habían transportado en
una carreta, puesto que, como dijo ella, aunque era posible que las sillas y
las mesas estuvieran todas muy bien conservadas y fueran utilizables, no era
bueno ni propio de huesos jóvenes descansar en una cama que no había sido
oreada desde hacía por lo menos cincuenta años.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
La buena
mujer sentía a todas luces curiosidad por ver el interior de la casa, y
recorrió todo el lugar, pese a manifestarse tan temerosa de los «algos» que al
menor ruido se aferraba a Malcolmson, del cual no se separó ni un solo instante.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Tras
examinar la casa, Malcolmson decidió ocupar el gran comedor, que era lo
suficientemente espacioso como para satisfacer todas sus necesidades; y la
señora Witham, con ayuda de la señora Dempster, la asistenta, procedió a
ordenar las cosas. Una vez desempaquetados los bultos, Malcolmson vio que, con
mucha y bondadosa previsión, la mujer le había enviado de su propia cocina
provisiones suficientes para varios días. Antes de marcharse, la mujer expresó
toda clase de buenos deseos y, ya en la misma puerta, se volvió para decir:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—Quizá,
señor, puesto que la habitación es grande y con muchas corrientes de aire,
puede que no le venga mal instalar uno de esos biombos grandes alrededor de la
cama por la noche... Pero, la verdad sea dicha, yo me moriría de miedo si
tuviera que quedarme aquí encerrada con toda esa clase de..., ¡de «cosas» que
asomarán sus cabezas por los lados o por encima del biombo y se pondrán a
mirarme!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
La imagen
que acababa de evocar fue excesiva para sus nervios y huyó precipitadamente.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
La señora
Dempster, con aires de superioridad, lanzó un despectivo resoplido cuando se
hubo ido la otra mujer y afirmó categóricamente que ella por su parte no se
sentía en absoluto inclinada a atemorizarse ni ante todos los duendes del
mundo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—Le diré a usted
lo que pasa, señor —dijo—. Los duendes son toda clase de cosas..., ¡menos
duendes! Ratas, ratones y escarabajos; y puertas que crujen, y tejas caídas, y
tiradores de cajones que aguantan firmes cuando usted tira de ellos y luego se
caen solos en medio de la noche. ¡Observe el zócalo de la habitación! ¡Es
viejo..., tiene cientos de años! ¿Cree usted que no va a haber ratas y
escarabajos ahí detrás? ¡Claro que sí! ¿E imagina usted que no va a verlos?
¡Claro que no! Las ratas son los duendes, se lo digo yo, y los duendes son las
ratas..., ¡y no crea otra cosa!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—Señora
Dempster —dijo gravemente Malcolmson con una pequeña inclinación de cabeza—,
¡sabe usted más que un catedrático de matemáticas! Permítame decirle que, en
señal de mi estima hacia su indudable salud mental, cuando me vaya le daré la
posesión de esta casa y le permitiré que resida aquí usted sola durante los dos
últimos meses de mi alquiler, puesto que las cuatro primeras semanas bastarán
para mis propósitos.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—¡Muchas
gracias por su amabilidad, señor! —respondió ella—. Pero no puedo dormir ni una
noche fuera de mi dormitorio: vivo en la Casa de Caridad Greenhow, y si pasara
una sola noche fuera de mis habitaciones perdería todos los derechos de seguir
viviendo allí. La reglas son muy estrictas, y hay demasiada gente esperando una
vacante para que yo me decida a correr el menor riesgo. Si no fuera por esto,
señor, vendría con mucho gusto a dormir aquí para atenderle durante su
estancia.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—Mi buena
señora —dijo apresuradamente Malcolmson—, he venido aquí con el propósito de
estar solo, y créame que le estoy profundamente agradecido al difunto señor
Greenhow por haber organizado su casa de caridad, o lo que sea, de forma tan
admirable que me vea privado por la fuerza de la oportunidad de tan terrible tentación.
¡San Antonio en persona no habría podido ser más rígido al respecto! La vieja
se rió secamente.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—¡Ah!
—dijo—, ustedes los señoritos jóvenes no se asustan de nada. Puede estar seguro
que encontrará aquí toda la soledad que desea.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Y se puso a
trabajar en la limpieza y, al anochecer, cuando Malcolmson regresó de dar su
paseo (siempre llevaba uno de sus libros para estudiar mientras paseaba), se
encontró con la habitación barrida y aseada, un fuego ardiendo en la chimenea y
la mesa servida para la cena con las excelentes provisiones de la señora
Witham.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—¡Esto sí es
comodidad! —dijo mientras se frotaba las manos.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Tras
terminar de cenar y poner la bandeja con los restos de la cena al otro extremo
de la gran mesa de roble, volvió a sus libros: echó más leña al fuego,
despabiló la lámpara y se sumergió en su duro trabajo. No hizo ninguna pausa
hasta más o menos las once, cuando suspendió su tarea durante unos momentos
para avivar el fuego y despabilar de nuevo la lámpara y hacerse una taza de té.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Siempre
había sido muy aficionado al té; durante toda su vida universitaria solía
quedarse estudiando hasta muy tarde, y siempre tomaba té y más té hasta que
dejaba de estudiar. El descanso era un lujo para él, y lo disfrutaba con una
sensación de delicioso y voluptuoso desahogo. El fuego reavivado saltó y
chisporroteó y proyectó extrañas sombras en la vasta y antigua habitación y,
mientras tomaba a sorbos el té caliente, gozó con la sensación de aislamiento
de sus semejantes. Fue entonces cuando notó por primera vez el ruido que hacían
las ratas.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
«Seguro que
no han hecho tanto ruido durante todo el tiempo que he estado estudiando
—pensó—. ¡De lo contrario me hubiera dado cuenta!» Luego, mientras el ruido iba
en aumento, se tranquilizó diciéndose que aquellos rumores eran realmente
nuevos. Resultaba evidente que al principio las ratas se habían asustado por la
presencia de un extraño y por la luz del fuego y de la lámpara, pero a medida
que transcurría el tiempo se habían ido volviendo más atrevidas, y ya se
hallaban entretenidas de nuevo en sus ocupaciones habituales.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
¡Y eran
realmente activas! ¡Subían y bajaban por detrás del zócalo que revestía la
pared, por encima del cielo raso, por debajo del suelo, se movían, corrían,
bullían, roían y arañaban!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Malcolmson
sonrió al recordar las palabras de la señora Dempster: «los duendes son las
ratas y las ratas son los duendes». El té empezaba a hacer su efecto
estimulante sobre nervios e intelecto, y el estudiante vio con alegría que
tenía ante sí una nueva inmersión en el largo hechizo del estudio antes que
terminase la noche, cosa que le proporcionó tal sensación de comodidad que se permitió
el lujo de echar un ojeada por la habitación. Tomó la lámpara en una mano y
recorrió la estancia, preguntándose por qué una casa tan original y hermosa
como aquélla había permanecido abandonada durante tanto tiempo. Los paneles de
roble que recubrían las paredes estaban finamente labrados, y el trabajo en
madera de puertas y ventanas era hermoso y de raro mérito. Había algunos
cuadros viejos en las paredes, pero estaban tan densamente cubiertos de polvo y
suciedad que no pudo distinguir ningún detalle a pesar que levantó la lámpara
todo lo posible para iluminarlos. Aquí y allá, en su recorrido, topó con alguna
grieta o agujero bloqueados por un momento por la cabeza de una rata, cuyos
brillantes ojos relucían a la luz, pero al instante la cabeza desaparecía, con
un chillido y un rumor de huida. Sin embargo, lo que más intrigó a Malcolmson
fue la cuerda de la gran campana de alarma del tejado, que colgaba en un rincón
de la estancia, a la derecha de la chimenea. Arrastró hasta cerca del fuego una
gran silla de roble tallado y respaldo alto y se sentó para tomar su última
taza de té. Cuando hubo terminado, avivó el fuego y volvió a su trabajo,
sentado en la esquina de la mesa, con el fuego a su izquierda. Durante un buen
rato las ratas perturbaron su estudio con su continuo rebullir, pero acabó por
acostumbrarse al ruido, del mismo modo que uno se acostumbra al tic-tac de un
reloj o al rumor de un torrente; y así se sumergió de tal forma en el trabajo
que nada en el mundo, excepto el problema que estaba intentando resolver,
hubiera sido capaz de hacer mella en él.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Pero de
pronto, sin haber conseguido resolverlo aún, levantó la cabeza: en el aire notó
esa sensación tan peculiar que precede al amanecer y que tan temible resulta
para los que llevan vidas dudosas. El ruido de las ratas había cesado. Desde
luego, tenía la impresión que había cesado hacía tan sólo unos instantes, y que
precisamente había sido este repentino silencio lo que le había obligado a
levantar la cabeza. El fuego se había ido apagando, pero todavía arrojaba un
profundo y rojo resplandor. Al mirar en esa dirección, y a pesar de toda su
sang froid, sufrió un sobresalto.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Allí, sobre
la silla de roble tallado y alto respaldo, a la derecha de la chimenea, había
una enorme rata que le miraba fijamente con sus tristes ojillos. Hizo un gesto
para ahuyentarla, pero la rata no se movió. Ante lo cual hizo ademán de
arrojarle algo. Tampoco se movió, sino que le mostró encolerizada sus grandes
dientes blancos; a la luz de la lámpara, sus crueles ojillos brillaban con una
luz de venganza.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Malcolmson
se asombró, y, tomando el atizador de la chimenea, corrió hacia la rata para
matarla. Pero antes que pudiera golpearla, ésta, con un chillido que parecía
concentrar todo su odio, saltó al suelo y, trepando por la cuerda de la campana
de alarma, desapareció en la oscuridad donde no llegaba el resplandor de la
lámpara, tamizado por una pantalla verde. Al instante, y eso fue lo más
extraño, el ruidoso bullicio de las ratas tras los paneles de roble se reanudó.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Esta vez
Malcolmson no consiguió sumergirse de nuevo en el problema; pero, cuando el
gallo cantó afuera anunciando la llegada del alba, se fue a la cama a
descansar.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Durmió tan
profundamente que ni siquiera se despertó cuando llegó la señora Dempster para
arreglar la habitación. Sólo lo hizo cuando la mujer, una vez barrida la
estancia y preparado el desayuno, golpeó discretamente en el biombo que
ocultaba la cama. Aún se sentía un poco cansado de su duro trabajo nocturno,
pero una cargada taza de té lo despejó pronto y, tomando un libro, salió a dar
su paseo matutino, llevándose consigo unos bocadillos por si no le apetecía
volver hasta la hora de la cena. Encontró un sendero apacible entre los olmos,
y allí pasó la mayor parte del día estudiando su Laplace. A su regreso pasó a
saludar a la señora Witham y a darle las gracias por su amabilidad. Cuando ella
le vio llegar a través de una ventana de su sanctasanctórum, emplomada con
rombos de vidrios de colores, salió a la calle a recibirle y le pidió que
pasase. Una vez dentro, le miró inquisitivamente y negó con la cabeza al tiempo
que decía:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—No debe
trabajar tanto, señor. Esta mañana está usted más pálido que otras veces. Estar
despierto hasta tan tarde y con un trabajo tan duro para el cerebro no es bueno
para nadie. Pero dígame, señor, ¿cómo ha pasado la noche? Espero que bien. ¡No
sabe cuánto me alegré cuando la señora Dempster me dijo esta mañana que le
había encontrado tan profundamente dormido cuando llegó!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—Oh, sí,
todo ha sido estupendo —repuso él con una sonrisa—; todavía no me han molestado
los «algos». Sólo las ratas. Tienen montado un auténtico circo por todo el
lugar. Había una, de aspecto diabólico, que hasta se atrevió a subirse a mi
propia silla, junto al fuego, y no se habría marchado de no haberla yo
amenazado con el atizador; entonces trepó por la cuerda de la campana de alarma
y desapareció allá arriba, por encima de las paredes o el techo; no pude verlo
bien debido a la oscuridad.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—¡Dios nos
asista! —exclamó la señora Witham—. ¡Un viejo diablo, y sobre una silla junto
al fuego! ¡Tenga cuidado, señor! ¡Tenga mucho cuidado! A veces hay cosas muy
verdaderas que se dicen en broma.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—¿Qué quiere
usted decir? Palabra que no la comprendo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—¡Un viejo
diablo! El viejo diablo, quizá. ¡Oh, señor, no se ría usted! —pues Malcolmson
había estallado en una franca carcajada—. Ustedes, la gente joven, creen que es
muy fácil reírse de cosas que hacen estremecer a los viejos. ¡Pero no importa,
señor! ¡No haga caso! Quiera Dios que pueda usted continuar riendo todo el tiempo.
¡Eso es lo que le deseo!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Y la buena
señora rebosó de nuevo alegre simpatía, olvidados por un momento todos sus
temores.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—¡Oh,
perdóneme! —dijo entonces Malcolmson—. No me juzgue descortés, es que la cosa
me ha hecho gracia..., eso que el viejo diablo en persona estaba anoche sentado
en mi silla...<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Y al
recordarlo se rió de nuevo. Luego se fue a su casa a cenar.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Aquella
noche el rumor de las ratas empezó más temprano; con toda seguridad se había
iniciado ya antes de su regreso, y sólo dejó de oírse unos momentos mientras
les duró el susto causado por su imprevista llegada. Después de cenar se sentó
un momento junto al fuego a fumar y, tras limpiar la mesa, empezó de nuevo su
trabajo como otras veces. Pero esa noche las ratas le distraían más que la anterior.
¡Cómo correteaban de arriba abajo, por detrás y por encima! ¡Cómo chillaban,
roían y arañaban! ¡Y cómo, más atrevidas a cada instante, se asomaban a las
bocas de sus agujeros y por todas las grietas y resquebrajaduras del zócalo,
con sus ojillos brillantes como lámparas diminutas cuando se reflejaba en ellos
el fulgor del fuego! Pero para el estudiante, habituado sin duda a ellos, esos
ojos no tenían nada de siniestro; por el contrario, sólo veía en ellos un aire
travieso y juguetón.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
A menudo,
las más atrevidas hacían incursiones por el suelo o a lo largo de las molduras
de la pared.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Una y otra
vez, cuando empezaban a molestarle demasiado, Malcolmson hacía un ruido para
asustarlas, golpeaba la mesa con la mano o emitía un fiero «Ssssh, ssssh» para
que huyesen inmediatamente a sus escondrijos.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Así
transcurrió la primera mitad de la noche; luego, a pesar del ruido, Malcolmson
fue sumergiéndose cada vez más en el estudio.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
De repente,
alzó la vista, como la noche anterior, dominado por una súbita sensación de
silencio. No se oía ni el más leve ruido de roer, chillar o arañar. Era un
silencio de tumba. Entonces recordó el extraño suceso de la noche anterior, e
instintivamente miró a la silla que había junto a la chimenea. Una extraña
sensación recorrió entonces todo su cuerpo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Allá, al
lado de la chimenea, en la gran silla de roble tallado de respaldo alto, estaba
la misma enorme rata mirándole fijamente con unos ojillos fúnebres y malignos.
Instintivamente tomó el objeto que tenía más al alcance de su mano, unas tablas
de logaritmos, y se lo arrojó. El libro fue mal dirigido y la rata ni se movió;
así que tuvo que repetir la escena del atizador de la noche anterior; y de
nuevo la rata, al verse estrechamente cercada, huyó trepando por la cuerda de
la campana de alarma. También fue muy extraño que la fuga de esta rata fuese
seguida inmediatamente por la reanudación del ruido de la comunidad. En esta
ocasión, como en la precedente, Malcolmson no pudo ver por qué parte de la
estancia desapareció el animal, pues la pantalla de su lámpara dejaba en
sombras la parte superior de la habitación y el fuego brillaba mortecino.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Miró su
reloj y observó que era casi medianoche y, no descontento del divertissement,
avivó el fuego y se preparó una taza de té. Había trabajado perfectamente
sumergido en el hechizo del estudio y se creyó merecedor de un cigarrillo; así
pues, se sentó en la gran silla de roble tallado junto a la chimenea y fumó con
delectación. Mientras lo hacía, empezó a pensar que le gustaría saber por dónde
lograba meterse el animal, ya que empezaba a acariciar la idea de poner en
práctica al día siguiente algo relacionado con una ratonera. En previsión de
ello, encendió otra lámpara y la colocó de forma que iluminase bien el rincón
derecho que formaban la chimenea y la pared. Luego apiló todos los libros que
tenía, colocándolos al alcance de la mano para arrojárselos al animal si
llegaba el caso. Finalmente, levantó la cuerda de la campana de alarma y colocó
su extremo inferior encima de la mesa, pisándolo con la lámpara. Cuando tomó la
cuerda en sus manos no pudo por menos que notar lo flexible que era, sobre todo
teniendo en cuenta su grosor y el tiempo que llevaba sin usar.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
«Se podría
colgar a un hombre de ella», pensó para sí. Terminados sus preparativos, miró a
su alrededor y exclamó, satisfecho:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—¡Ahora,
amiga mía, creo que vamos a vernos las caras de una vez!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Reanudó su
estudio, y aunque al principio le distrajo el ruido que hacían las ratas,
pronto se abandonó por completo a sus proposiciones y problemas.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
De nuevo fue
reclamado de pronto por su alrededor. Esta vez no fue sólo el repentino
silencio lo que llamó su atención; había, además, un ligero movimiento de la
cuerda, y la lámpara se tambaleaba. Sin moverse, comprobó que la pila de libros
estuviese al alcance de su mano y luego deslizó su mirada a lo largo de la
cuerda. Pudo observar que la gran rata se dejaba caer desde la cuerda a la
silla de roble, se instalaba en ella y le contemplaba. Tomó un libro con la
mano derecha y, apuntando cuidadosamente, se lo lanzó. La rata, con un rápido
movimiento, saltó de costado y esquivó el proyectil. Tomó entonces un segundo y
luego un tercero, y se los lanzó uno tras otro, pero sin éxito. Por fin, y en
el momento en que se disponía a arrojarle un nuevo libro, la rata chilló y
pareció asustada. Esto aumentó más aún su deseo de dar en el blanco; el libro
voló, y alcanzó a la rata con un golpe resonante. El animal lanzó un chillido
terrorífico y, echando a su perseguidor una mirada de terrible malignidad,
trepó por el respaldo de la silla, desde cuyo borde superior saltó hasta la
cuerda de la campana de alarma, por la cual subió con la velocidad del rayo. La
lámpara que sujetaba la cuerda se tambaleó bajo el repentino tirón, pero era
pesada y no llegó a caerse.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Malcolmson
siguió a la rata con la mirada y la vio, gracias a la luz de la segunda
lámpara, saltar a una moldura del zócalo y desaparecer por un agujero en uno de
los grandes cuadros colgados de la pared, indescifrable bajo la espesa capa de
polvo y suciedad.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—Mañana le
echaré una ojeada a la vivienda de mi amiga —dijo en voz alta el estudiante,
mientras recogía los volúmenes tirados por el suelo—. El tercer cuadro partir
de la chimenea: no lo olvidaré. —Tomó los libros uno a uno, haciendo un
comentario sobre ellos mientras iba leyendo sus títulos—. Secciones cónicas no
la rozó, ni tampoco Oscilaciones cicloideas, ni los Principia, ni los
Cuaternios, ni la Termodinámica. ¡Éste es el libro que la alcanzó! —Malcolmson
lo tomó del suelo y miró el título y, al hacerlo, se sobresaltó y una súbita
palidez cubrió su rostro. Miró a su alrededor, inquieto, y se estremeció
levemente mientras murmuraba para sí—: ¡La Biblia que me dio mi madre!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
¡Qué extraña
coincidencia!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Volvió a
sentarse y reanudó su trabajo; las ratas del zócalo volvieron a sus cabriolas.
Sin embargo, ahora no le molestaban; al contrario, su presencia le
proporcionaba una cierta sensación de compañía. Pero no pudo concentrarse en el
estudio y, después de intentar inútilmente dominar el tema que tenía entre manos,
lo dejó con desesperación y fue a acostarse, justo cuando el primer resplandor
del amanecer penetraba furtivamente por la ventana que daba al este.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Durmió
pesadamente pero inquieto, y soñó mucho; cuando le despertó la señora Dempster,
ya muy entrada la mañana, su aspecto era de haber descansado mal, y durante
algunos minutos no pareció darse cuenta exacta de dónde se encontraba. Su
primer encargo sorprendió bastante a la criada.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—Señora
Dempster, cuando me ausente hoy de casa quiero que tome la escalera, saque el
polvo y limpie bien todos esos cuadros..., especialmente el tercero a partir de
la chimenea. Quiero ver qué hay en ellos.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Hasta bien
entrada la tarde estuvo Malcolmson estudiando a la sombra de los árboles; a
medida que transcurría el día notó que sus asimilaciones mejoraban
progresivamente y fue volviendo al alegre optimismo del día anterior. Ya había
conseguido solucionar satisfactoriamente todos los problemas que hasta entonces
le habían eludido, y se encontraba en un estado tal de euforia que decidió
hacer una visita a la señora Witham en «El Buen Viajero». La encontró en su
confortable cuarto de estar, acompañada por un desconocido que le fue
presentado como el doctor Thornhill. La mujer no parecía hallarse totalmente a
gusto, y esto, unido a que el hombre se lanzó de inmediato a hacerle toda una
serie de preguntas, hizo pensar a Malcolmson que la presencia del doctor no era
casual, así que dijo sin ambages:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—Doctor
Thornhill, contestaré gustosamente cualquier pregunta que quiera hacerme, si
primero me contesta usted a una que deseo hacerle yo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
El doctor
pareció sorprenderse, pero sonrió y respondió al momento:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—¡De
acuerdo! ¿De qué se trata?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—¿Le pidió a
usted la señora Witham que viniera aquí a verme y aconsejarme?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
El doctor
Thornhill, se mostró por un momento desconcertado, y la señora Witham enrojeció<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
vivamente y
volvió la cara hacia otro lado; sin embargo, el doctor era un hombre sincero e
inteligente y no dudó en contestar con franqueza:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—Así fue, en
efecto, pero no quería que usted se enterase. Supongo que han sido mi torpeza y
mi apresuramiento los que le han hecho sospechar. Pero en fin, lo que me dijo
fue que no le gustaba la idea que estuviese usted en esa casa completamente
solo, y tomando tanto té y tan cargado. Deseaba que yo le aconsejase que dejara
el té y no se quedara a estudiar hasta tan tarde. Yo también fui un buen
estudiante en mis tiempos, y por ello espero que me permita tomarme la libertad
de darle un consejo sin ánimo de ofenderle, puesto que no le hablo como un
extraño, sino como un universitario puede hablarle a otro.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Malcolmson
le tendió la mano con una radiante sonrisa.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—¡Choque
esos cinco!, como dicen en Norteamérica —exclamó—. Le agradezco mucho su
interés, y también a la señora Witham; y su amabilidad me obliga a pagarles en
la misma moneda.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Prometo no
volver a tomar té cargado, ni sin cargar, hasta que usted me autorice. Y esta
noche me iré a la cama a la una de la madrugada lo más tarde. ¿De acuerdo?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—Estupendo
—dijo el médico—. Y ahora cuénteme usted todo lo que ha visto en el viejo
caserón.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Malcolmson
relató con todo detalle lo sucedido en las dos últimas noches. Fue interrumpido
de vez en cuando por las exclamaciones de la señora Witham, hasta que
finalmente, al llegar al episodio de la Biblia, toda la emoción reprimida de la
mujer halló salida en un tremendo alarido, y hasta que no se le administró un
buen vaso de coñac con agua no se repuso. El doctor Thornhill lo escuchó todo
con expresión de creciente gravedad, y cuando el relato llegó a su fin y la
señora Witham quedó tranquila preguntó:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—¿La rata
siempre trepa por la cuerda de la campana de alarma?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—Sí,
siempre.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—Supongo que
ya sabrá usted —dijo el doctor tras una pausa— qué es esa cuerda.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—¡No!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—Es —dijo el
doctor lentamente— la misma que utilizaba el verdugo para ahorcar a las
víctimas del cruel juez.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Al llegar a
este punto fue interrumpido de nuevo por otro grito de la señora Witham, y hubo
que poner otra vez en juego los medios para que volviera a recobrarse.
Malcolmson, tras consultar su reloj, observó que ya era casi hora de cenar y se
marchó a su casa tan pronto como ella se hubo recobrado.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Cuando la
señora Witham volvió totalmente en sí, asaetó al doctor Thornhill con coléricas
preguntas acerca de qué pretendía metiendo aquellas horribles ideas en la cabeza
del pobre joven.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—Ya tiene
allí demasiadas preocupaciones —añadió.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
El doctor
Thornhill respondió:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—¡Mi querida
señora, mi propósito es bien distinto! Lo que yo quería era atraer su atención
hacia la cuerda de la campana y mantenerla fija allí. Es posible que se halle
en un estado de gran sobrexcitación, por haber estudiado demasiado o por lo que
sea, pero de todas formas me veo obligado a reconocer que parece un joven tan
sano y fuerte mental y corporalmente como el que más.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Pero luego
están las ratas..., y esa sugerencia del diablo... —El doctor agitó la cabeza y
prosiguió—: Me habría ofrecido a ir a pasar la noche con él, pero estoy seguro
que eso le hubiera humillado.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Parece que
por la noche sufre algún tipo de extraño terror o alucinación, y de ser así
deseo que tire de esa cuerda. Como está completamente solo, eso nos servirá de
aviso y podremos llegar hasta él a tiempo aún de serle útiles. Esta noche me
mantendré despierto hasta muy tarde y tendré los oídos bien abiertos. No se
alarme usted, señora Witham, si Benchurch recibe una sorpresa antes de mañana.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—Oh, doctor,
¿qué quiere usted decir?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—Exactamente
esto: es muy posible, o mejor dicho probable, que esta noche oigamos la gran
campana de alarma de la Casa del Juez.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Y el doctor
hizo un mutis tan efectista como se podía esperar.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Cuando
Malcolmson llegó a la casa descubrió que era un poco más tarde que de costumbre
y que la señora Dempster ya se había marchado: las reglas de la Casa de Caridad
Greenhow no eran de desdeñar. Se alegró mucho de ver que el lugar estaba limpio
y reluciente, un alegre fuego ardía en la chimenea y la lámpara estaba bien despabilada.
La tarde era muy fría para el mes de abril, y soplaba un pesado viento con una
violencia que crecía tan rápidamente que podía esperarse una buena tormenta
para la noche. El ruido que hacían las ratas cesó durante unos pocos minutos
tras su llegada, pero tan pronto como se volvieron a acostumbrar a su presencia
lo reanudaron. Se alegró de oírlas, y una vez más notó que en su bullicioso
rumor había algo que le hacía sentirse acompañado.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Sus
pensamientos retrocedieron hasta el extraño hecho que las ratas sólo dejaban de
manifestarse cuando aquella otra rata (la gran rata de ojillos fúnebres)
entraba en escena. Sólo estaba encendida la lámpara de lectura, cuya pantalla
verde mantenía en sombras el techo y la parte superior de la estancia, de tal
modo que la alegre y rojiza luz de la chimenea se extendía cálida y agradable
por el pavimento y brillaba sobre el blanco mantel que cubría la mesa.
Malcolmson se sentó a cenar con buen apetito y espíritu alegre. Después de
cenar y fumar un cigarrillo se entregó firmemente a su trabajo, decidido a que
nada le distrajese, pues recordaba la promesa hecha al doctor y quería
aprovechar de la mejor manera posible el tiempo que disponía.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Durante más
de una hora trabajó sin problemas, y luego sus pensamientos empezaron a
desprenderse de los libros y a vagabundear por su cuenta. Las actuales
circunstancias en las que se hallaba y la llamada de atención sobre su salud
nerviosa no eran algo que pudiera despreciar. Por aquel entonces, el viento se
había convertido ya en un vendaval, y el vendaval en una tormenta. La vieja
casa, pese a su solidez, parecía estremecerse desde sus cimientos, y la
tormenta rugía y bramaba a través de las múltiples chimeneas y los viejos
gabletes, produciendo extraños y aterradores sonidos en los pasillos y las
estancias vacías. Incluso la gran campana de alarma del tejado debía estar
sufriendo los embates del viento, pues la cuerda subía y bajaba levemente, como
si la campana estuviera moviéndose un poco, y el extremo inferior de la
flexible cuerda azotaba el suelo de roble con un ruido duro y hueco.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Al
escucharlo, Malcolmson recordó las palabras del doctor: «Es la cuerda que
utilizaba el verdugo para ahorcar a las víctimas del cruel juez.» Se acercó al
rincón de la chimenea y la tomó entre sus manos para contemplarla. Parecía
sentir como una especie de morboso interés por ella, y mientras la estaba
observando se perdió un momento en conjeturas sobre quiénes habrían sido esas
víctimas y sobre el lúgubre deseo del juez de tener siempre ante su vista una
reliquia tan macabra.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Mientras
permanecía allí, el suave balanceo de la campana del tejado había seguido
comunicando a la cuerda cierto movimiento, pero ahora, de pronto, empezó a
notar una nueva sensación, una especie de temblor en la cuerda, como si algo se
estuviera moviendo a lo largo de ella.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Levantó
instintivamente la vista y vio a la enorme rata que, lentamente, bajaba hacia
él mirándole con fijeza. Soltó la cuerda y retrocedió con brusquedad,
mascullando una maldición; la rata dio la vuelta, trepó de nuevo por la cuerda
y desapareció; y en ese instante Malcolmson se dio cuenta que el ruido de las
ratas, que había cesado hacía un momento, volvía a comenzar.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Todo esto le
dejó pensativo; entonces recordó que no había investigado la madriguera de la rata
ni mirado los cuadros como había pensado hacer. Encendió la otra lámpara, que
no tenía pantalla, y levantándola se situó frente al tercer cuadro a la derecha
de la chimenea, que era por donde había visto desaparecer a la rata la noche
anterior.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
A la primera
ojeada retrocedió, tan bruscamente sobresaltado que casi dejó caer la lámpara,
y una mortal palidez cubrió sus facciones. Sus rodillas entrechocaron, pesadas
gotas de sudor perlaron su frente, y tembló como un álamo. Pero era joven y
animoso, y consiguió armarse nuevamente de valor; tras una pausa de unos
segundos avanzó lentamente unos pasos, alzó la lámpara y examinó el cuadro, que
una vez desempolvado y limpio era ya claramente distinguible.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Era el
retrato de un juez vestido de púrpura y armiño. Su rostro era fuerte y
despiadado, maligno, vengativo y astuto, con una boca sensual y una nariz
ganchuda de rojizo color y forma semejante al pico de un ave de presa. El resto
de la cara era de un color cadavérico. Los ojos, de un brillo peculiar, tenían
una expresión terriblemente maligna. Contemplándolos, Malcolmson sintió frío,
pues en ellos vio una réplica exacta a los ojos de la enorme rata. Casi se le
cayó la lámpara de la mano cuando vio a ésta mirándole con sus ojillos fúnebres
desde el agujero de la esquina del cuadro y notó el repentino cese del ruido de
las demás. Pese a ello, volvió a reunir todo su valor y continuó examinando la
pintura.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
El juez
estaba sentado en una gran silla de roble tallado de respaldo alto, a la
derecha de una chimenea de piedra junto a la cual colgaba desde el techo una
cuerda que yacía con su extremo inferior enrollado en el suelo. Con una
sensación de horror, Malcolmson reconoció en esa escena la habitación donde se
hallaba ahora, y miró despavorido a su alrededor, como esperando hallar alguna
extraña presencia a su espalda. Luego volvió a dirigir su mirada al rincón que
formaba la chimenea y, lanzando un grito desgarrado, dejó caer la lámpara que
llevaba en la mano.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Allí, en la
silla del juez, con la cuerda colgando tras ella, se había instalado aquella
enorme rata que tenía la misma fúnebre mirada que éste, ahora diabólicamente
intensa. Excepto el ulular de la tormenta, todo mantenía un completo silencio.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
La lámpara
caída hizo que Malcolmson volviera a la realidad. Por fortuna, era de metal y
el aceite no se derramó. Sin embargo, la necesidad de recogerla de inmediato
serenó sus aprensiones nerviosas. Cuando hubo apagado la lámpara se secó el
sudor y meditó un momento.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
—Esto no
puede ser —se dijo en voz alta—. Si sigo así voy a volverme loco. ¡Basta ya!
Prometí al doctor que no tomaría té. ¡Por Dios que tenía razón! Mis nervios han
debido llegar a un estado terrible. Es curioso que yo no lo note. Nunca en mi
vida me he encontrado mejor. Pero ahora todo vuelve a ir bien, no volveré a
comportarme como un necio.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Se preparó
un buen vaso de brandy y se sentó resueltamente para proseguir su estudio.
Llevaba así cerca de una hora cuando levantó la vista del libro, atraído por el
súbito silencio. Sin embargo, el viento ululaba y rugía más fuerte que nunca, y
la lluvia golpeaba en ráfagas los cristales de las ventanas como si fuera
granizo; en el interior de la casa, sin embargo, no se oía nada, excepto el eco
del viento bramando por la gran chimenea como un arrullo de la tormenta. El
fuego casi se había apagado; ardía ya sin llama, arrojando sólo un resplandor
rojizo. Malcolmson escuchó con atención, y entonces oyó un tenue y chirriante
ruido, casi inaudible. Provenía del rincón de la estancia donde colgaba la
cuerda, y el estudiante pensó que debía producirlo el roce de la cuerda contra
el suelo cuando el balanceo de la campana la hacía subir y bajar. Sin embargo,
al mirar hacia allí, observó sorprendido que la rata, agarrada a la cuerda, la
estaba royendo. La cuerda estaba ya casi roída por completo; se podía ver un
color más claro en el punto donde las hebras internas habían quedado al
descubierto. Mientras observaba, la tarea quedó completada y la cuerda cayó con
un chasquido sobre el piso de roble, al tiempo que, por un instante, la gran
rata permanecía colgada, como una monstruosa borla o campanilla, del cabo
superior, que empezó a balancearse a uno y otro lado. Malcolmson sintió por un
momento otra oleada brusca de terror al darse cuenta que la posibilidad de
comunicarse con el mundo exterior y pedir auxilio había quedado cortada, pero
este sentimiento fue remplazado en seguida por una intensa cólera y, agarrando
el libro que estaba leyendo, lo arrojó contra la rata. El tiro iba bien
dirigido, pero antes que el proyectil pudiera alcanzarla, la rata se dejó caer
y aterrizó en el suelo con un blando ruido. Malcolmson se abalanzó al instante
sobre ella, pero el animal salió disparado y desapareció en las sombras de la
estancia.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Malcolmson
comprendió que el estudio había terminado, al menos por aquella noche, y
decidió alterar la monotonía de su vida con una cacería de ratas. Retiró la
pantalla de la lámpara para conseguir un mayor radio de acción de la luz. Al
hacerlo, se disiparon las tinieblas de la parte superior de la estancia, y ante
aquella invasión de luz, cegadora en comparación con la oscuridad anterior, los
cuadros de la pared destacaron limpiamente. Desde donde estaba Malcolmson pudo
ver, justo frente a él, el tercero a la derecha de la chimenea. Se frotó con
sorpresa los ojos, y luego un gran miedo empezó a invadirle.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
En el centro
del cuadro había un espacio vacío, grande e irregular, en el que se veía el
lienzo pardo tan limpio como cuando fue colocado en el bastidor. El fondo del
cuadro estaba como antes, con la silla, el rincón de la chimenea y la cuerda,
pero la figura del juez había desaparecido.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Malcolmson
estremecido de terror, fue girando lentamente, y entonces empezó a estremecerse
y a temblar como afectado por un ataque de parálisis. Sus fuerzas parecían
haberle abandonado, dejándole incapaz de hacer el menor movimiento, incluso
casi incapaz de pensar. Sólo podía ver y oír.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Allí, en la
gran silla de roble de alto respaldo, estaba sentado el juez, con su atuendo de
púrpura y armiño, los fúnebres ojos brillando vengativos, una sonrisa de
triunfo en la boca, firme y cruel, mientras sostenía en sus manos un negro
birrete. Malcolmson notó que la sangre huía de su corazón, como lo que se
siente en los momentos de prolongada ansiedad. Le silbaban los oídos. Sin
embargo, podía oír el bramar y el aullar de la tempestad y, atravesándola,
deslizándose sobre ella, le llegaron las campanadas de medianoche, en grandes
repiques, desde la plaza del mercado. Durante un tiempo que se le antojó
interminable permaneció inmóvil como una estatua, casi sin respiración, con los
ojos desorbitados, heridos de horror. A medida que iba sonando el reloj se
intensificaba la sonrisa de triunfo en la cara del juez, y cuando hubo sonado
la última campanada de medianoche se colocó el negro birrete en la cabeza.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Lenta,
deliberadamente, el juez se levantó de su asiento y tomó el trozo de cuerda que
yacía en el suelo, lo palpó con sus manos como si su contacto le produjese
placer, y luego empezó a anudar uno de sus extremos. Apretó y comprobó el nudo
con el pie, tirando fuertemente de él hasta quedar satisfecho, y entonces lo
transformó en un nudo corredizo, que alzó en su mano. Después empezó a moverse
a lo largo de la mesa, por el lado opuesto a donde se encontraba Malcolmson,
con la mirada fija en él, hasta que le rebasó; entonces, con un rápido
movimiento, se colocó ante la puerta. Malcolmson empezó a darse cuenta en ese
momento que había caído en una trampa, e intentó pensar qué debía hacer. Había
cierta fascinación en los ojos del juez que no se apartaban de él, y cuya
mirada Malcolmson se veía forzado a sostener. Vio que el juez se le aproximaba
(sin dejar de mantenerse entre la puerta y el joven), levantaba el lazo y lo
arrojaba en su dirección, como para capturarle. Con un gran esfuerzo hizo un
rápido movimiento lateral y vio cómo la cuerda caía a su lado y la oyó golpear
contra el suelo de roble. De nuevo levantó el nudo el juez y trató de cazarle,
sin apartar sus fúnebres ojos de él, y el estudiante consiguió evitarlo
haciendo un poderoso esfuerzo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Esto se
repitió muchas veces, sin que el juez pareciera desanimarse por sus fracasos,
sino más bien gozar con ellos, como un gato con un ratón. Por fin, en la cumbre
de su desesperación, Malcolmson arrojó una rápida mirada a su alrededor. La
lámpara parecía reavivada y una brillante luz inundaba la estancia. En las
numerosas madrigueras y en las grietas y agujeros del zócalo vio los ojos de
las ratas; y esta visión, puramente física, le proporcionó un destello de
bienestar. Miró y pudo darse cuenta que la cuerda de la gran campana de alarma
estaba plagada de ratas. Cada centímetro estaba cubierto de ellas, cada vez
salían más a través del pequeño agujero circular del techo de donde emergían,
de tal modo que, bajo su peso, la campana empezaba a oscilar.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Osciló hasta
que el badajo llegó a tocarla. El sonido fue muy tenue, pero apenas había
comenzado su vaivén, y poco a poco iría aumentando la potencia del tañido.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Al oírlo, el
juez, que había mantenido los ojos fijos en Malcolmson, los levantó, y un gesto
de diabólica ira contrajo su rostro. Sus ojos relucieron como carbones
encendidos y golpeó el suelo con el pie, haciendo un ruido que pareció
estremecer toda la casa. El pavoroso estruendo de un trueno estalló sobre sus
cabezas al mismo tiempo que el juez volvía a levantar el lazo y las ratas
seguían subiendo y bajando por su cuerda, como si luchasen contra el tiempo.
Pero esta vez, en lugar de arrojarlo, se fue acercando a su víctima, y fue
abriendo el lazo a medida que se aproximaba. Al llegar frente al estudiante
pareció irradiar algo paralizante con su sola presencia, y Malcolmson,
permaneció rígido como un cadáver. Sintió sobre su garganta los helados dedos
del juez mientras éste le ajustaba el lazo. El nudo se apretó. Entonces el
juez, tomando en sus brazos el rígido cuerpo del muchacho, lo levantó,
colocándolo en pie sobre la silla de roble y, subido junto a él, alzó su mano y
tomó el extremo de la oscilante cuerda de la campana de alarma. Al alzar la
mano, las ratas huyeron, chillando, por el agujero del techo. Tomando el
extremo del lazo que rodeaba el cuello de Malcolmson, lo ató a la cuerda que
colgaba de la campana y entonces, descendiendo de nuevo al suelo, quitó la
silla.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Al comenzar
a sonar la campana de alarma de la Casa del Juez se congregó de inmediato un
gran gentío. Aparecieron luces y antorchas y, silenciosamente, la multitud se
encaminó presurosa hacia allí. Golpearon fuertemente la puerta, pero nadie
respondió. Entonces la echaron abajo y penetraron en el gran comedor; el doctor
iba a la cabeza de todos.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
El cuerpo
del estudiante se balanceaba del extremo de la cuerda de la gran campana de
alarma; en el cuadro, el rostro del juez mostraba una sonrisa maligna.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>El espantapájaros negrohttp://www.blogger.com/profile/08885315733223760701noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-614909406940226631.post-75812539837963691552012-06-07T00:00:00.000+02:002012-06-07T00:00:00.881+02:00La torre (Lovecraft)<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-yDlSPN6QJgU/T8_DJY-5caI/AAAAAAAAAE4/vvNRpldqUmQ/s1600/torre-de-los-picos-640x640x80.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="214" src="http://3.bp.blogspot.com/-yDlSPN6QJgU/T8_DJY-5caI/AAAAAAAAAE4/vvNRpldqUmQ/s320/torre-de-los-picos-640x640x80.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: center;">
<span style="color: red;">torre de los picos, alhambra de Granada</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Desde esa
esquina se puede ver la torre. Si el testigo abandona por un segundo el ruido
de la vida porteña, descubrirá tras las paredes circulares un aquelarre. El eco
del mismo lugar que la humanidad resguarda en la penumbra bajo diferentes
disfraces. La esencia de los cimientos de construcciones tan antiguas como las
pirámides y Stonehenge. Allí se suceden acontecimientos -incluso próximos a lo
cotidiano- que atraen a hados y demonios.<o:p></o:p></div>
<span style="font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 11.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">Fue lupanar y fumadero de opio. Acaso alguno de sus
visitantes haya dejado el alma allí preso del puñal de un malevo. Pero fue
cuando llegó aquella artista pálida, María Krum, que su esencia brotó al fin.
Recuerdo que apenas salía para hacer visitas a la universidad. Fue en su
biblioteca donde hojeó las páginas del prohibido Necronomicón. Mortal fue su
curiosidad por la que recitó aquel hechizo. Quizá creyó que las paredes sin
ángulos la protegerían de los sabuesos. Pero esas criaturas son hábiles,
impetuosas, insaciables. Los vecinos oyeron el grito del día en que murió.
Ahora forma parte de la superstición barrial. Pero yo sigo oyendo su
sufrimiento y el jadeo de los Perros de Tíndalos que olfatean, hurgan y
rastrean en la torre.</span>El espantapájaros negrohttp://www.blogger.com/profile/08885315733223760701noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-614909406940226631.post-59449154210090553632012-06-06T00:00:00.000+02:002012-06-06T00:00:05.467+02:00Casa tomada (Cortázar)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://1.bp.blogspot.com/-BhJ-4xxmdxQ/T85xAcfeDqI/AAAAAAAAAEs/o2HgrE5jekA/s1600/53420.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://1.bp.blogspot.com/-BhJ-4xxmdxQ/T85xAcfeDqI/AAAAAAAAAEs/o2HgrE5jekA/s320/53420.jpg" width="211" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: red;">Portada del libro "Casa tomada y otros cuentos"</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: red;"><br /></span></div>
<div style="text-align: left;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white; font-family: inherit;">Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y
antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la mas ventajosa liquidación de
sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno,
nuestros padres y toda la infancia.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white; font-family: inherit;">Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura
pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la
limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le
dejaba a Irene las ultimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina.
Almorzábamos al mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera
de unos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa
profunda y silenciosa y como nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces
llegábamos a creer que era ella la que no nos dejo casarnos. Irene rechazo dos
pretendientes sin mayor motivo, a mi se me murió María Esther antes que
llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada
idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era
necesaria clausura de la genealogía asentada por nuestros bisabuelos en nuestra
casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con
la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los
ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de
que fuese demasiado tarde.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white; font-family: inherit;">Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad
matinal se pasaba el resto del día tejiendo en el sofá de su dormitorio. No se
porque tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa
labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así, tejía cosas
siempre necesarias, tricotas para el invierno, medias para mi, mañanitas y
chalecos para ella. A veces tejía un chaleco y después lo destejía en un
momento porque algo no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón
de lana encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas horas. Los
sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene tenía fe en mi gusto, se
complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba
esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si
había novedades en literatura francesa. Desde 1939 no llegaba nada valioso a la
Argentina. Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene,
porque yo no tengo importancia. Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el
tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un pullover está terminado no se
puede repetirlo sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda
de alcanfor lleno de pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina,
apiladas como en una mercería; no tuve valor para preguntarle a Irene que
pensaba hacer con ellas. No necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses
llegaba plata de los campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la
entretenía el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a mi se me iban las
horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o
dos canastillas en el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era
hermoso.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white; font-family: inherit;">Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con
gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte mas
retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza
puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la
cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white; font-family: inherit;">dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica,
y la puerta cancel daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán,
abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios,
y al frente el pasillo que conducía a la parte mas retirada; avanzando por el
pasillo se franqueaba la puerta de roble y mas allá empezaba el otro lado de la
casa, o bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y
seguir por un pasillo mas estrecho que llevaba a la cocina y el baño. Cuando la
puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no, daba la
impresión de un departamento de los que se edifican ahora, apenas para moverse;
Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más
allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increíble
como se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será una ciudad limpia, pero
eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire,
apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y
entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con
plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo
en los muebles y los pianos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white; font-family: inherit;">Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias
inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y
de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo
hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que
llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El
sonido venia impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o
un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo
después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la
puerta. Me tire contra la pared antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de
golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y
además corrí el gran cerrojo para más seguridad.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white; font-family: inherit;">Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la
bandeja del mate le dije a Irene:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white; font-family: inherit;">-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado parte del fondo.<br />
Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.<br />
-¿Estás seguro?<br />
Asentí.<br />
-Entonces -dijo recogiendo las agujas- tendremos que vivir en este lado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white; font-family: inherit;">Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su
labor. Me acuerdo que me tejía un chaleco gris; a mi me gustaba ese chaleco.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white; font-family: inherit;">Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la
parte tomada muchas cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa, por
ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Irene pensó en una botella de
Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los
primeros días) cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos mirábamos con
tristeza.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white; font-family: inherit;">-No está aquí.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white; font-family: inherit;">Y era una cosa mas de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white; font-family: inherit;">Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó tanto que aun levantándose
tardísimo, a las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de
brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a la cocina y ayudarme a preparar
el almuerzo. Lo pensamos bien, y se decidió esto: mientras yo preparaba el
almuerza, Irene cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos alegramos
porque siempre resultaba molesto tener que abandonar los dormitorios al
atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio
de Irene y las fuentes de comida fiambre.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white; font-family: inherit;">Irene estaba contenta porque le quedaba mas tiempo para tejer. Yo andaba un
poco perdido a causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a
revisar la colección de estampillas de papa, y eso me sirvió para matar el
tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en
el dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white; font-family: inherit;">-Fijate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white; font-family: inherit;">Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadradito de papel
para que viese el mérito de algún sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y
poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white; font-family: inherit;">(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba en seguida. Nunca pude
habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de
la garganta. Irene decía que mis sueños consistían en grandes sacudones que a
veces hacían caer el cobertor. Nuestros dormitorios tenían el living de por
medio, pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos
respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los
mutuos y frecuentes insomnios.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white; font-family: inherit;">Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores
domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las
hojas del álbum filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza.
En la cocina y el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a
hablar en vos mas alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay
demasiados ruidos de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella.
Muy pocas veces permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los
dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta
pisábamos despacio para no molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche,
cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me desvelaba en seguida.)<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white; font-family: inherit;">Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y
antes de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso
de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal
vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el
sonido. A Irene le llamo la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi
lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente
que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el
pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white; font-family: inherit;">No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo
hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían mas
fuerte pero siempre sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y
nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white; font-family: inherit;">-Han tomado esta parte -dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las
hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos
habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white; font-family: inherit;">-¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? -le pregunté inútilmente.<br />
-No, nada.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white; font-family: inherit;">Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de
mi dormitorio. Ya era tarde ahora.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; color: white; font-family: inherit;">Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé
con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos
así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de
entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que algún pobre diablo se
le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada</span><span style="font-family: 'Times New Roman', serif; font-size: 12pt;"><o:p></o:p></span></div>El espantapájaros negrohttp://www.blogger.com/profile/08885315733223760701noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-614909406940226631.post-15120685777141301392012-06-05T00:00:00.000+02:002012-06-05T00:00:04.934+02:00El monte de las ánimas (Bécquer)<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-GWMx1386euo/T80nV0EORqI/AAAAAAAAAEg/RXuV2aCCnn8/s1600/monteanimas01.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://3.bp.blogspot.com/-GWMx1386euo/T80nV0EORqI/AAAAAAAAAEg/RXuV2aCCnn8/s320/monteanimas01.jpg" width="229" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="color: red;">Foto tomada de Google</span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="color: red;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
La noche de
difuntos me despertó a no sé qué hora el doble de las campanas; su tañido
monótono y eterno me trajo a las mientes esta tradición que oí hace poco en
Soria.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Intenté
dormir de nuevo; ¡imposible! Una vez aguijoneada, la imaginación es un caballo
que se desboca y al que no sirve tirarle de la rienda. Por pasar el rato me
decidí a escribirla, como en efecto lo hice.<br />
Yo la oí en el mismo lugar en que acaeció, y la he escrito volviendo algunas
veces la cabeza con miedo cuando sentía crujir los cristales de mi balcón,
estremecidos por el aire frío de la noche.<br />
Sea de ello lo que quiera, <i>ahí va</i>, como el caballo de copas.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
I.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-Atad los
perros; haced la señal con las trompas para que se reúnan los cazadores, y
demos la vuelta a la ciudad. La noche se acerca, es día de Todos los Santos y
estamos en el Monte de las Ánimas.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-¡Tan
pronto!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-A ser otro
día, no dejara yo de concluir con ese rebaño de lobos que las nieves del Moncayo
han arrojado de sus madrigueras; pero hoy es imposible. Dentro de poco sonará
la oración en los Templarios, y las ánimas de los difuntos comenzarán a tañer
su campana en la capilla del monte.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-¡En esa
capilla ruinosa! ¡Bah! ¿Quieres asustarme?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-No, hermosa
prima; tú ignoras cuanto sucede en este país, porque aún no hace un año que has
venido a él desde muy lejos. Refrena tu yegua, yo también pondré la mía al
paso, y mientras dure el camino te contaré esa historia.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Los pajes se
reunieron en alegres y bulliciosos grupos; los condes de Borges y de Alcudiel
montaron en sus magníficos caballos, y todos juntos siguieron a sus hijos
Beatriz y Alonso, que precedían la comitiva a bastante distancia.<br />
Mientras duraba el camino, Alonso narró en estos términos la prometida
historia:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-Ese monte
que hoy llaman de las Ánimas, pertenecía a los Templarios, cuyo convento ves
allí, a la margen del río. Los Templarios eran guerreros y religiosos a la vez.
Conquistada Soria a los árabes, el rey los hizo venir de lejanas tierras para
defender la ciudad por la parte del puente, haciendo en ello notable agravio a
sus nobles de Castilla; que así hubieran solos sabido defenderla como solos la
conquistaron.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Entre los
caballeros de la nueva y poderosa Orden y los hidalgos de la ciudad fermentó
por algunos años, y estalló al fin, un odio profundo. Los primeros tenían
acotado ese monte, donde reservaban caza abundante para satisfacer sus
necesidades y contribuir a sus placeres; los segundos determinaron organizar
una gran batida en el coto, a pesar de las severas prohibiciones de los <i>clérigos
con espuelas, </i>como llamaban a sus enemigos.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Cundió la
voz del reto, y nada fue parte a detener a los unos en su manía de cazar y a
los otros en su empeño de estorbarlo. La proyectada expedición se llevó a cabo.
No se acordaron de ella las fieras; antes la tendrían presente tantas madres
como arrastraron sendos lutos por sus hijos. Aquello no fue una cacería, fue
una batalla espantosa: el monte quedó sembrado de cadáveres, los lobos a
quienes se quiso exterminar tuvieron un sangriento festín. Por último,
intervino la autoridad del rey: el monte, maldita ocasión de tantas desgracias,
se declaró abandonado, y la capilla de los religiosos, situada en el mismo
monte y en cuyo atrio se enterraron juntos amigos y enemigos, comenzó a
arruinarse.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Desde
entonces dicen que cuando llega la noche de difuntos se oye doblar sola la
campana de la capilla, y que las ánimas de los muertos, envueltas en jirones de
sus sudarios, corren como en una cacería fantástica por entre las breñas y los
zarzales. Los ciervos braman espantados, los lobos aúllan, las culebras dan
horrorosos silbidos, y al otro día se han visto impresas en la nieve las
huellas de los descarnados pies de los esqueletos. Por eso en Soria le llamamos
el Monte de las Ánimas, y por eso he querido salir de él antes que cierre la
noche.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
La relación
de Alonso concluyó justamente cuando los dos jóvenes llegaban al extremo del
puente que da paso a la ciudad por aquel lado. Allí esperaron al resto de la
comitiva, la cual, después de incorporárseles los dos jinetes, se perdió por
entre las estrechas y oscuras calles de Soria.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
II.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Los
servidores acababan de levantar los manteles; la alta chimenea gótica del
palacio de los condes de Alcudiel despedía un vivo resplandor iluminando
algunos grupos de damas y caballeros que alrededor de la lumbre conversaban
familiarmente, y el viento azotaba los emplomados vidrios de las ojivas del
salón.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Solas dos
personas parecían ajenas a la conversación general: Beatriz y Alonso: Beatriz
seguía con los ojos, absorta en un vago pensamiento, los caprichos de la llama.
Alonso miraba el reflejo de la hoguera chispear en las azules pupilas de
Beatriz.<br />
Ambos guardaban hacía rato un profundo silencio.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Las dueñas
referían, a propósito de la noche de difuntos, cuentos tenebrosos en que los
espectros y los aparecidos representaban el principal papel; y las campanas de
las iglesias de Soria doblaban a lo lejos con un tañido monótono y triste.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-Hermosa
prima -exclamó al fin Alonso rompiendo el largo silencio en que se
encontraban-; pronto vamos a separarnos tal vez para siempre; las áridas
llanuras de Castilla, sus costumbres toscas y guerreras, sus hábitos sencillos
y patriarcales sé que no te gustan; te he oído suspirar varias veces, acaso por
algún galán de tu lejano señorío.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Beatriz hizo
un gesto de fría indiferencia; todo un carácter de mujer se reveló en aquella
desdeñosa contracción de sus delgados labios.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-Tal vez por
la pompa de la corte francesa; donde hasta aquí has vivido -se apresuró a
añadir el joven-. De un modo o de otro, presiento que no tardaré en perderte...
Al separarnos, quisiera que llevases una memoria mía... ¿Te acuerdas cuando
fuimos al templo a dar gracias a Dios por haberte devuelto la salud que viniste
a buscar a esta tierra? El joyel que sujetaba la pluma de mi gorra cautivó tu
atención. ¡Qué hermoso estaría sujetando un velo sobre tu oscura cabellera! Ya
ha prendido el de una desposada; mi padre se lo regaló a la que me dio el ser,
y ella lo llevó al altar... ¿Lo quieres?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-No sé en el
tuyo -contestó la hermosa-, pero en mi país una prenda recibida compromete una
voluntad. Sólo en un día de ceremonia debe aceptarse un presente de manos de un
deudo... que aún puede ir a Roma sin volver con las manos vacías.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
El acento
helado con que Beatriz pronunció estas palabras turbó un momento al joven, que
después de serenarse dijo con tristeza:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-Lo sé
prima; pero hoy se celebran Todos los Santos, y el tuyo ante todos; hoy es día
de ceremonias y presentes. ¿Quieres aceptar el mío?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Beatriz se
mordió ligeramente los labios y extendió la mano para tomar la joya, sin añadir
una palabra.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Los dos
jóvenes volvieron a quedarse en silencio, y volviose a oír la cascada voz de
las viejas que hablaban de brujas y de trasgos y el zumbido del aire que hacía
crujir los vidrios de las ojivas, y el triste monótono doblar de las campanas.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Al cabo de
algunos minutos, el interrumpido diálogo tornó a anudarse de este modo:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-Y antes de
que concluya el día de Todos los Santos, en que así como el tuyo se celebra el
mío, y puedes, sin atar tu voluntad, dejarme un recuerdo, ¿no lo harás? -dijo
él clavando una mirada en la de su prima, que brilló como un relámpago,
iluminada por un pensamiento diabólico.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-¿Por qué
no? -exclamó ésta llevándose la mano al hombro derecho como para buscar alguna
cosa entre las pliegues de su ancha manga de terciopelo bordado de oro...
Después, con una infantil expresión de sentimiento, añadió:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-¿Te
acuerdas de la banda azul que llevé hoy a la cacería, y que por no sé qué
emblema de su color me dijiste que era la divisa de tu alma?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-Sí.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-Pues... ¡se
ha perdido! Se ha perdido, y pensaba dejártela como un recuerdo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-¡Se ha
perdido!, ¿y dónde? -preguntó Alonso incorporándose de su asiento y con una
indescriptible expresión de temor y esperanza.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-No sé....
en el monte acaso.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-¡En el
Monte de las Ánimas -murmuró palideciendo y dejándose caer sobre el sitial-; en
el Monte de las Ánimas!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Luego
prosiguió con voz entrecortada y sorda:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-Tú lo
sabes, porque lo habrás oído mil veces; en la ciudad, en toda Castilla, me
llaman el rey de los cazadores. No habiendo aún podido probar mis fuerzas en
los combates, como mis ascendentes, he llevado a esta diversión, imagen de la
guerra, todos los bríos de mi juventud, todo el ardor, hereditario en mi raza.
La alfombra que pisan tus pies son despojos de fieras que he muerto por mi
mano. Yo conozco sus guaridas y sus costumbres; y he combatido con ellas de día
y de noche, a pie y a caballo, solo y en batida, y nadie dirá que me ha visto
huir el peligro en ninguna ocasión. Otra noche volaría por esa banda, y volaría
gozoso como a una fiesta; y, sin embargo, esta noche.... esta noche. ¿A qué
ocultártelo?, tengo miedo. ¿Oyes? Las campanas doblan, la oración ha sonado en
San Juan del Duero, las ánimas del monte comenzarán ahora a levantar sus
amarillentos cráneos de entre las malezas que cubren sus fosas... ¡las ánimas!,
cuya sola vista puede helar de horror la sangre del más valiente, tornar sus
cabellos blancos o arrebatarle en el torbellino de su fantástica carrera como
una hoja que arrastra el viento sin que se sepa adónde.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Mientras el
joven hablaba, una sonrisa imperceptible se dibujó en los labios de Beatriz,
que cuando hubo concluido exclamó con un tono indiferente y mientras atizaba el
fuego del hogar, donde saltaba y crujía la leña, arrojando chispas de mil
colores:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-¡Oh! Eso de
ningún modo. ¡Qué locura! ¡Ir ahora al monte por semejante friolera! ¡Una noche
tan oscura, noche de difuntos, y cuajado el camino de lobos!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Al decir
esta última frase, la recargó de un modo tan especial, que Alonso no pudo menos
de comprender toda su amarga ironía, movido como por un resorte se puso de pie,
se pasó la mano por la frente, como para arrancarse el miedo que estaba en su
cabeza y no en su corazón, y con voz firme exclamó, dirigiéndose a la hermosa,
que estaba aún inclinada sobre el hogar entreteniéndose en revolver el fuego:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-Adiós
Beatriz, adiós... Hasta pronto.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-¡Alonso!
¡Alonso! -dijo ésta, volviéndose con rapidez; pero cuando quiso o aparentó
querer detenerle, el joven había desaparecido.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
A los pocos
minutos se oyó el rumor de un caballo que se alejaba al galope. La hermosa, con
una radiante expresión de orgullo satisfecho que coloreó sus mejillas, prestó
atento oído a aquel rumor que se debilitaba, que se perdía, que se desvaneció
por último.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Las viejas,
en tanto, continuaban en sus cuentos de ánimas aparecidas; el aire zumbaba en
los vidrios del balcón y las campanas de la ciudad doblaban a lo lejos.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
III.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Había pasado
una hora, dos, tres; la media noche estaba a punto de sonar, y Beatriz se
retiró a su oratorio. Alonso no volvía, no volvía, cuando en menos de una hora
pudiera haberlo hecho.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-¡Habrá
tenido miedo! -exclamó la joven cerrando su libro de oraciones y encaminándose
a su lecho, después de haber intentado inútilmente murmurar algunos de los
rezos que la iglesia consagra en el día de difuntos a los que ya no existen.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Después de
haber apagado la lámpara y cruzado las dobles cortinas de seda, se durmió; se
durmió con un sueño inquieto, ligero, nervioso.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Las doce
sonaron en el reloj del Postigo. Beatriz oyó entre sueños las vibraciones de la
campana, lentas, sordas; tristísimas, y entreabrió los ojos. Creía haber oído a
par de ellas pronunciar su nombre; pero lejos, muy lejos, y por una voz ahogada
y doliente. El viento gemía en los vidrios de la ventana.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-Será el
viento -dijo; y poniéndose la mano sobre el corazón, procuró tranquilizarse.
Pero su corazón latía cada vez con más violencia. Las puertas de alerce del
oratorio habían crujido sobre sus goznes, con un chirrido agudo prolongado y
estridente.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Primero unas
y luego las otras más cercanas, todas las puertas que daban paso a su
habitación iban sonando por su orden, éstas con un ruido sordo y grave,
aquéllas con un lamento largo y crispador. Después silencio, un silencio lleno
de rumores extraños, el silencio de la media noche, con un murmullo monótono de
agua distante; lejanos ladridos de perros, voces confusas, palabras
ininteligibles; ecos de pasos que van y vienen, crujir de ropas que se
arrastran, suspiros que se ahogan, respiraciones fatigosas que casi se sienten,
estremecimientos involuntarios que anuncian la presencia de algo que no se ve y
cuya aproximación se nota no obstante en la oscuridad.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Beatriz,
inmóvil, temblorosa, adelantó la cabeza fuera de las cortinillas y escuchó un
momento. Oía mil ruidos diversos; se pasaba la mano por la frente, tornaba a
escuchar: nada, silencio.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Veía, con
esa fosforescencia de la pupila en las crisis nerviosas, como bultos que se
movían en todas direcciones; y cuando dilatándolas las fijaba en un punto,
nada, oscuridad, las sombras impenetrables.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-¡Bah!
-exclamó, volviendo a recostar su hermosa cabeza sobre la almohada de raso azul
del lecho-; ¿soy yo tan miedosa como esas pobres gentes, cuyo corazón palpita
de terror bajo una armadura, al oír una conseja de aparecidos?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Y cerrando
los ojos intentó dormir...; pero en vano había hecho un esfuerzo sobre sí
misma. Pronto volvió a incorporarse más pálida, más inquieta, más aterrada. Ya
no era una ilusión: las colgaduras de brocado de la puerta habían rozado al
separarse, y unas pisadas lentas sonaban sobre la alfombra; el rumor de
aquellas pisadas era sordo, casi imperceptible, pero continuado, y a su compás
se oía crujir una cosa como madera o hueso. Y se acercaban, se acercaban, y se
movió el reclinatorio que estaba a la orilla de su lecho. Beatriz lanzó un
grito agudo, y arrebujándose en la ropa que la cubría, escondió la cabeza y
contuvo el aliento.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
El aire
azotaba los vidrios del balcón; el agua de la fuente lejana caía y caía con un
rumor eterno y monótono; los ladridos de los perros se dilataban en las ráfagas
del aire, y las campanas de la ciudad de Soria, unas cerca, otras distantes,
doblan tristemente por las ánimas de los difuntos.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Así pasó una
hora, dos, la noche, un siglo, porque la noche aquella pareció eterna a
Beatriz. Al fin despuntó la aurora: vuelta de su temor, entreabrió los ojos a
los primeros rayos de la luz. Después de una noche de insomnio y de terrores,
¡es tan hermosa la luz clara y blanca del día! Separó las cortinas de seda del
lecho, y ya se disponía a reírse de sus temores pasados, cuando de repente un
sudor frío cubrió su cuerpo, sus ojos se desencajaron y una palidez mortal descoloró
sus mejillas: sobre el reclinatorio había visto sangrienta y desgarrada la
banda azul que perdiera en el monte, la banda azul que fue a buscar Alonso.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Cuando sus
servidores llegaron despavoridos a noticiarle la muerte del primogénito de
Alcudiel, que a la mañana había aparecido devorado por los lobos entre las
malezas del Monte de las Ánimas, la encontraron inmóvil, crispada, asida con
ambas manos a una de las columnas de ébano del lecho, desencajados los ojos,
entreabierta la boca; blancos los labios, rígidos los miembros, muerta; ¡muerta
de horror!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
IV.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Dicen que
después de acaecido este suceso, un cazador extraviado que pasó la noche de
difuntos sin poder salir del Monte de las Ánimas, y que al otro día, antes de
morir, pudo contar lo que viera, refirió cosas horribles. Entre otras, asegura
que vio a los esqueletos de los antiguos templarios y de los nobles de Soria
enterrados en el atrio de la capilla levantarse al punto de la oración con un
estrépito horrible, y, caballeros sobre osamentas de corceles, perseguir como a
una fiera a una mujer hermosa, pálida y desmelenada, que con los pies desnudos
y sangrientos, y arrojando gritos de horror, daba vueltas alrededor de la tumba
de Alonso.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<br />El espantapájaros negrohttp://www.blogger.com/profile/08885315733223760701noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-614909406940226631.post-12179365254182758982012-06-04T00:00:00.000+02:002012-06-04T00:00:01.816+02:00El psicópata (O´Donoghue)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-2ojg6YP3III/T8s98bo3KhI/AAAAAAAAAEM/NjKONacrXtQ/s1600/Francois+Perrier+Time+Clipping+Cupid's+Wings+(ca+1630-1670).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://4.bp.blogspot.com/-2ojg6YP3III/T8s98bo3KhI/AAAAAAAAAEM/NjKONacrXtQ/s320/Francois+Perrier+Time+Clipping+Cupid's+Wings+(ca+1630-1670).jpg" width="214" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: red;">François Perrier</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: red;"><br /></span></div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">TÍTULOS Y CRÉDITOS<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">Pintura de pulverizador de
color blanco crudo sobre negro.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">SOBRE: INTERIOR DORMITORIO. MAÑANA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">PLANO CENITAL sobre PSICÓPATA
tumbado en la cama mirando al techo. Es rubio, bien parecido, alto y musculoso.
Lleva un calzoncillo negro y la palabra AMOR tatuada en un brazo, OÍMOS el
suave tictac de un despertador que hay sobre la mesilla.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">Suena la alarma. Se incorpora
y lo apaga, VEMOS unas pastillas esparcidas sobre la mesilla.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">La habitación está desordenada
y en mal estado. Hay un hornillo y unos cuantos muebles estilo Goodwill. Las
ventanas tienen las persianas rotas y carecen de cortinas. En las paredes hay
citas garabateadas sobre el amor: desde canciones de los Beatles {All You Need
is Love) a poemas de Robert Browning (O Lyric Love, Half Ángel and Half Bird,
And All a Wonder and a Wild Desire!). VEMOS algunas de estas citas en PLANOS
PICADOS Y CERRADOS. En una pared hay un calendario gigante hecho a mano con
días tachados. Estamos a mediados de febrero.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">El psicópata se pone un
uniforme de combate improvisado, unas placas de identificación y unas botas
militares brillantísimas. Advierte una imperceptible mota de polvo en la reluciente
puntera de la bota y la quita cuidadosamente.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">Arranca una tira de la sábana
y se la ata alrededor de la frente. Saca un maletín de aluminio de debajo de la
cama. Está lleno de armas de la tecnología más avanzada. Se sujeta una automática
al tobillo con cinta adhesiva, esconde una recortada de calibre doce en la
chaqueta, se llena los bolsillos de munición y coge un rifle de asalto.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">El psicópata está preparado
para comenzar su jornada.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">INTERIOR: PASILLO. MAÑANA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">Mientras cierra la puerta con
la llave, el psicópata ve al LECHERO en el pasillo, que tiene un cartón de
leche en cada mano. Saca rápidamente el rifle y abre fuego. Los cartones de leche
explotan mientras el hombre cae al suelo.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">El psicópata pasa por encima
del cadáver y se dirige a la calle.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">EXTERIOR: CALLE. MAÑANA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">Mientras baja por las
escaleras del portal del edificio, una bonita ESTUDIANTE DE INSTITUTO negra
pasa patinando por delante de él con los libros colgados del hombro. El psicópata
descarga una ráfaga que lanza a la joven contra los cubos de basura que hay junto
al bordillo y dispersa sus libros por la acera. Las ruedas de los patines giran
hasta detenerse. El psicópata pasa tranquilamente a su lado, observando un alto
edificio de oficinas que hay en la otra acera. Se dirige a la puerta de
entrada.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14pt;"><span style="color: white;">INTERIOR: EDIFICIO DE
OFICINAS, VESTÍBULO. DÍA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">El psicópata cruza el
vestíbulo y entra en un ascensor vacío. Un NIÑO y una NIÑA entran detrás de él.
La niña le mira y sonríe. Él también sonríe. Las puertas se cierran y VEMOS
subir el indicador de pisos.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">INTERIOR: ÚLTIMO PISO. DÍA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">La campana suena mientras se
abren las puertas. El psicópata sale sin volver la vista atrás. Los niños yacen
en el suelo con los brazos y las piernas extendidas.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">El psicópata desaparece tras
una puerta con un cartel en el que pone TEJADO<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">EXTERIOR: TEJADO. DÍA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">El psicópata saca una mira
telescópica y la coloca en el rifle.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">Se apoya firmemente contra el
pretil y apunta a una pareja de ancianos que hay en el parque. Por la mira
VEMOS al ANCIANO en el retículo dando de comer a las palomas. El disparo
ahuyenta a las palomas y el anciano se desploma sobre el banco.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">La mira se mueve para apuntar
a la ANCIANA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">EXTERIOR: CALLE. DÍA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">DOS POLICÍAS están descansando
en un coche patrulla cuando se oye el segundo disparo.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">EL AGENTE: ¡Vamos! El agente
pone el coche en marcha rápidamente mientras su compañera enciende la sirena.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">EXTERIOR. EDIFICIO DE OFICINAS.
DÍA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">El coche de policía derrapa y
se detiene. Los agentes entran en el edificio a todo correr, OÍMOS
esporádicamente lejanos disparos de rifle.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">INTERIOR: VESTÍBULO. DÍA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">Los agentes entran
precipitadamente en el vestíbulo, UN GUARDIA DE SEGURIDAD desconcertado sale a
su encuentro.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">GUARDIA: Está en el tejado.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">LA AGENTE: ¿Cómo podemos
subir?<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">GUARDIA (indicándoles el
camino): Por las escaleras de servicio.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">INTERIOR: ESCALERA. DÍA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">Los agentes suben por las
escaleras a todo correr con las pistolas en la mano.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">El sonido de los disparos
esporádicos se oye más claramente. Los policías llegan al tejado y, apretándose
contra la pared, abren poco a poco la puerta.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">EXTERIOR: TEJADO. DÍA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">Rodeado de cartuchos vacíos,
el psicópata descarga ráfaga tras ráfaga a la confiada ciudad. No ha oído a los
agentes de policía, que sigilosamente se han colocado detrás de él.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">EL AGENTE: ¡Alto ahí! ¡Suelte
el arma! El psicópata obedece.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">Cuando el policía se acerca
para ponerle las esposas, el psicópata desliza la mano hasta el tobillo, saca
el arma que lleva escondida y lo mata. La agente dispara, pero falla. El
psicópata la hiere en el brazo. Ella trata de volver a las escaleras, pero él consigue
alcanzarle y ella cae por las escaleras.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">INTERIOR: VESTÍBULO. DÍA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">El psicópata sale, haciendo
caso omiso del guardia, que está encogido de miedo.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">EXTERIOR: EDIFICIO DE OFICINAS.
DÍA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">Pasa por delante del coche de
policía abandonado. Las puertas están abiertas y la luz de color cereza de la
sirena está dando vueltas.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">EXTERIOR: CALLE. DÍA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">Camino de su casa, se fija en
un par de conejos que retozan en el escaparate de una tienda de animales
domésticos y acribilla el escaparate a balazos, haciendo añicos el cristal.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">EXTERIOR: EDIFICIO DE VIVIENDAS.
DÍA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">Con aire cansino empieza a
subir por los escalones del portal. Ha sido un día muy largo.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">INTERIOR: PASILLO. DÍA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">Pasa por encima del lechero
con cuidado de no pisar los charcos de leche que se han extendido sobre el
linóleo del suelo.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="color: white;"><span style="font-size: 14.5pt;">INTERIOR: DORMITORIO. DÍA</span><span style="font-size: 11.5pt;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">El psicópata abre la puerta de
su habitación, entra y arroja las armas al suelo. Coge un pulverizador de
pintura y tacha el día que marca el calendario: 14 de febrero.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">Sudoroso y agotado, se echa en
la cama. Con un PLANO CENITAL, lo VEMOS con la mirada clavada en el techo. LENTAMENTE
NOS ACERCAMOS al psicópata.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">Cierra los ojos. Empieza a
oírse MÚSICA, un disco de Funny Valentine, antiguo y en mal estado.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">INTERIOR: PASILLO. DÍA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">En un PLANO CÁMARA EN MANO
nebuloso y en movimiento, VEMOS al lechero sufrir un espasmo.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14pt;"><span style="color: white;">EXTERIOR: EDIFICIO DE
OFICINAS. ESCALERAS. DÍA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">Nos acercamos flotando a la
agente de policía. Sufre una convulsión, recupera el conocimiento y trata de
ponerse en pie.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">EXTERIOR: PARQUE. DÍA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">La pareja de ancianos empieza
a moverse.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">INTERIOR: DORMITORÍO. DÍA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">CERRAMOS EL PLANO sobre el
psicópata.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">INTERIOR: PASILLO. DÍA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">El lechero se pone en pie.
Pulsa el timbre del piso de la VECINA. Ella abre (es una mujer descocada de
cuarenta y tantos años) y le da un sonoro beso.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">EXTERIOR: CALLE. DÍA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">Un ESTUDIANTE DE INSTITUTO
negro y bien parecido vestido con una chaqueta deportiva universitaria recoge
los libros de la joven de los patines. Ella se sienta en el bordillo y se ajusta
un patín con cara de estar disgustada.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">EL ESTUDIANTE: -¿Estás bien?<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">LA ESTUDIANTE: -Sí.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">Él la ayuda a ponerse en pie
sin dejar de sostener los libros.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">EL ESTUDIANTE: -Ya los llevo
yo.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14pt;"><span style="color: white;">INTERIOR: VESTÍBULO DEL
EDIFICIO OFICINAS. DÍA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">Las puertas del ascensor se
abren y el niño y la niña salen cogidos de la mano.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">EXTERIOR: BANCO DEL PARQUE. DÍA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">El anciano da un abrazo a su
acompañante. Ella apoya la cabeza sobre su hombro.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">EXTERIOR: EDIFICIO DE OFICINAS.
DÍA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">El agente de policía mete la
mano debajo del asiento del coche, saca una caja de bombones satinada en forma
de corazón y se la entrega a su compañera.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">INTERIOR: DORMITORÍO. DÍA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">Primer plano de la cabeza del
psicópata. Sonríe.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14pt;"><span style="color: white;">EXTERIOR: TIENDA DE ANIMALES
DOMÉSTICOS. DÍA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">Por la ventana rota, VEMOS,
además de un par de conejos, docenas y docenas de crías de conejo.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">INTERIOR: DORMITORÍO. DÍA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">DESCENDEMOS hasta las placas
de identificación que lleva el psicópata al cuello Y NOS ACERCAMOS PARA TOMAR
UN PRIMERÍSIMO PRIMER PLANO. En ellas se lee: CUPIDO.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: white;">La MÚSICA acaba: «Cada día es
un día de San Valentín…»<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<span style="font-size: 14.5pt;"><span style="color: white;">FUNDIDO EN NEGRO<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: left;">
<br /></div>
<br />El espantapájaros negrohttp://www.blogger.com/profile/08885315733223760701noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-614909406940226631.post-34044461023681931592012-06-01T00:00:00.000+02:002012-06-01T00:00:01.591+02:00Los vampiros no existen (Matheson)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-4M-R_iJYwyk/T8fQANc3GNI/AAAAAAAAADw/HP8zONMhEJI/s1600/images.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://3.bp.blogspot.com/-4M-R_iJYwyk/T8fQANc3GNI/AAAAAAAAADw/HP8zONMhEJI/s1600/images.jpg" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: red;">Portada del relato "Los vampiros no existen"</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: red;"><br /></span></div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<br />
A principios del otoño del año 18..., la señora Alexis Gheria despertó una
mañana con una extraña sensación de torpeza. Durante más de un minuto
permaneció inerte, tendida de espaldas, con sus ojos negros fijos en el techo.
Se sentía muy cansada. Parecía que sus labios eran de plomo. Quizá estuviera
enferma. Petre debería auscultaría. Con un ligero suspiro se levantó sobre un
codo. Al hacerlo, su camisón resbaló hasta su cintura. ¿Cómo se le había
soltado?, se preguntó, mirando hacia abajo. Repentinamente, la señora Gheria
comenzó a gritar. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
En el
desayunador, el doctor Petre Gheria levantó la mirada de su periódico,
asombrado. En un momento echó hacia atrás su silla, dejó su servilleta sobre la
mesa y se apresuró a correr por el pasillo. Avanzó silenciosamente sobre la
alfombra y subió las escaleras de dos en dos. Encontró a su esposa sentada en
el borde de la cama, casi histérica, mirándose los senos, con expresión
aterrorizada. En medio de su blancura, un reguero de sangre se estaba secando.
El doctor Gheria despidió a la doncella que estaba en el umbral de la puerta,
como petrificada, mirando a su patrona con los ojos desmesuradamente abiertos.
El médico cerró la puerta y se apresuró a acercarse a su esposa.<br />
-¡Petre! -tartamudeó ella.<br />
-Tranquilízate -dijo.<br />
Y la ayudó a tenderse de espaldas, a través de la almohada manchada de sangre.<br />
-Petre, ¿qué es esto? -inquirió la mujer ansiosamente.<br />
-Permanece quieta, querida.<br />
Sus ágiles dedos se movieron, buscando sobre los senos de su esposa.
Repentinamente, se quedó sin aliento. Echando a un lado su cabeza, miró
atolondrado las marcas rosadas que Alexis tenía en el cuello y el reguero de
sangre seca que había corrido serpenteando desde ellas.<br />
-¡Mi garganta! -dijo la señora Gheria.<br />
-No, es solamente una... -el doctor Gheria no terminó la frase.<br />
Sabía perfectamente de qué se trataba.<br />
Alexis comenzó a temblar.<br />
-¡0h, Dios mío, Dios mío! -exclamó la atribulada mujer.<br />
El doctor Gheria se levantó y se dirigió hacia el lavabo, vertió un puco de
agua en una jofaina y, volviendo al lado de su esposa, le limpió la sangre. La
herida quedó claramente al descubierto: dos piquetitos, cerca de la yugular. El
doctor Gheria, haciendo una mueca, tocó los bultitos de tejido inflamado. Al
hacerlo, su esposa gimió con fuerza y volvió el rostro hacia otro lado.<br />
-Ahora, escúchame -le dijo Petre, con voz aparentemente tranquila-. No vamos a
dejarnos llevar por las supersticiones, ¿entiendes? Hay numerosos...<br />
-Voy a morir -dijo.<br />
-Alexis, ¿me oyes? -la tomó con fuerza por los hombros.<br />
La mujer volvió la cabeza y lo miró con ojos desprovistos de expresión.<br />
-Ya sabes de qué se trata -dijo Alexis.<br />
El doctor Gheria tragó saliva. Todavía tenía el gusto del café en la boca.<br />
-Ya sé qué parece ser -dijo- y no debemos pasar por alto esa posibilidad. Sin
embargo...<br />
-Voy a morir -insistió ella.<br />
-¡Alexis! -el doctor Gheria la tomó de la mano y se la apretó con fuerza-. No
podrán retirarte de mi lado -dijo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Solta era
una aldea de unos mil habitantes, situada al pie de las Montañas Bihor de
Rumania. Era un lugar de tradiciones obscuras. La gente, al oír los aullidos de
los lobos en la lejanía, se persignaba sin decir una palabra. Los niños reunían
cabezas de ajo como otros niños reúnen flores, y los llevaban a la casa para
las ventanas. En todas las puertas había cruces pintadas y en todos los cuellos
había colgadas otras de metal. El <b>miedo a los vampiros s</b>erá tan
grande como el temor a las enfermedades contagiosas. Era algo que flotaba
siempre en el ambiente.<br />
El doctor Gheria pensaba en ello, mientras echaba el pestillo en las ventanas
de la habitación de Alexis. A lo lejos, sobre las montañas, había una especie
de penumbra grisácea. Pronto volvería a caer otra vez la noche. Pronto, los
habitantes de Solta se encerrarían en sus casas olorosas a ajo. No tenía la
menor duda de que todos ellos estaban perfectamente al corriente de lo ocurrido
a su esposa. La cocinera y la doncella estaban ya presentando sus renuncias.
Sólo la disciplina inflexible de Karel, el mayordomo, las mantenía en sus
trabajos. Pronto, ni siquiera eso sería suficiente. Ante el <b>miedo al
vampiro</b>, la razón huía. Había visto pruebas de ello aquella misma mañana,
al ordenar que registraran cuidadosamente las paredes de la habitación de su
esposa, para buscar roedores o insectos venenosos. Las sirvientas se habían
desplazado por la habitación como si estuvieran pisando huevos, con los ojos en
blanco y con las manos nerviosas que acudían a cada instante a tocar las cruces
que llevaban en el cuello. Supo perfectamente que no encontraría roedores ni insectos.
Y Gheria lo sabía muy bien. Sin embargo, se enfureció con ellas a causa de su
timidez, con lo que sólo pudo lograr asustarlas todavía más.<br />
Se volvió de la ventana con una sonrisa.<br />
-Ahora te aseguro que ningún ser vivo entrará en esta habitación esta noche
-dijo.<br />
Ratificó inmediatamente, viendo el tenor que se reflejaba en los ojos de su
esposa.<br />
-No podrá entrar nada en absoluto -dijo.<br />
Alexis permanecía inmóvil en su cama, con una mano pálida sobre el pecho,
apretando la pequeña crucecita de plata que había tomado de su joyero. No la
había usado, desde que su esposo le había regalado la cruz engastada en
diamantes, el día de su boda. Era muy típico de su aldea que, en aquel momento
de terror, buscara protección en la cruz no adornada de su iglesia. Era
realmente infantil, se dijo Gheria, sonriéndole con dulzura.<br />
-No necesitarás eso, querida -le dijo-. Esta noche vas a estar a salvo.<br />
Los dedos de Alexis se cerraron sobre el crucifijo.<br />
-No, no; puedes llevarlo puesto si quieres -le dijo Petre-. Solamente quiero
decir que voy a estar a tu lado durante esta noche.<br />
-¿Vas a quedarte conmigo?<br />
El doctor se sentó sobre el borde de la cama y le tomó la mano con dulzura.<br />
-¿Crees que voy a poder dejarte sola un momento?<br />
Treinta minutos más tarde, Alexis estaba profundamente dormida. El doctor
Gheria acercó una silla al lecho y se instaló en ella. Se quitó los lentes y se
frotó el puente de la nariz con el pulgar y el índice de su mano izquierda. Luego,
suspirando, comenzó a observar a su esposa. Era extraordinariamente bella. La
respiración del doctor Gheria se hizo sofocada.<br />
-<b><i>No existen los vampiros</i></b> -susurró, para sus adentros.<br />
Se oyó un golpe en la distancia. El doctor Gheria murmuró en sueños,
retorciéndose los dedos. El golpeteo se hizo cada vez más fuerte y una voz
agitada rugió en la obscuridad.<br />
-¡Doctor! -llamó.<br />
Gheria despertó. Durante un momento, miró confusamente la puerta cerrada.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-¡Doctor
Gheria! -insistió Karel.<br />
-¿Qué?<br />
-¿Está todo bien?<br />
-Sí, todo.<br />
El doctor Gheria gritó sofocadamente, saltando hacia la cama. El camisón de
Alexis había sido retirado otra vez. Una horrible mancha de sangre cubría su
pecho y su cuello. Karel sacudió la cabeza.<br />
-Las ventanas cerradas con pestillo no pueden mantener alejada a la criatura,
señor -dijo.<br />
Permaneció en pie, alto y esbelto, cerca de la mesa de la cocina sobre la que
se encontraba la bandeja de plata que había estado limpiando cuando Gheria
entró.<br />
-La criatura tiene el poder de convertirse en vapor y puede pasar por cualquier
abertura, por pequeña que sea.<br />
-¡Pero, la cruz! -bramó Gheria-. ¡Estaba todavía en su garganta, sin que la
tocaran! Sólo que estaba manchada de sangre -agregó, con voz débil.<br />
-Eso no lo puedo comprender -dijo Karel, sombríamente-. La cruz debía haberla
protegido.<br />
-Pero, ¿por qué no vi nada?<br />
-Fue usted narcotizado por su satánica presencia -explicó Karel-. Puede
considerarse afortunado de que no lo haya atacado también a usted.<br />
-¡No me considero afortunado en absoluto! -el doctor Gheria golpeó la mesa con
la palma de la mano, con una expresión de cólera en el rostro-. ¿Qué puedo
hacer, Karel? -inquirió.<br />
-Cuelgue cabezas de ajo en las puertas y las ventanas -le dijo el anciano-. No
deje que haya una sola abertura que no esté cubierta por los ajos.<br />
Gheria asintió distraídamente.<br />
-No había visto nunca nada se... semejante -dijo, tartamudeando un poco-.
Ahora, mi propia esposa...<br />
-Ya lo he visto -le dijo Karel-. Yo mismo he hecho que reposara para siempre
uno de esos monstruos de las tumbas.<br />
-¿Con la estaca...? -Gheria parecía asqueado.<br />
El anciano sonrió lentamente.<br />
El doctor tragó saliva con dificultad.<br />
-Quiera Dios que pueda usted hacer reposar también a éste -dijo.<br />
-¿Petre?<br />
Esta vez se sentía más débil; su voz era un murmullo sin entonación. Gheria se
inclinó sobre ella.<br />
-Sí, ¿qué deseas, querida?<br />
-Va a volver esta noche -dijo Alexis.<br />
-No -sacudió la cabeza con determinación-. No puede; los ajos lo ahuyentarán.<br />
-Mi cruz no lo hizo -observó ella-, ni tú tampoco pudiste hacerlo.<br />
-Los ajos lo lograrán -le dijo él-. Además, ¿ves?, he hecho que me trajeran
café negro. Esta noche no voy a dormir.<br />
Alexis cerró los ojos y su pálido rostro adquirió una expresión de dolor.<br />
-No quiero morir -dijo-. ¡Por favor, Petre, no me dejes morir!<br />
-No morirás -le dijo el doctor-. Te lo prometo; el monstruo será destruido.<br />
Alexis se estremeció ligeramente.<br />
-Pero, si no hay modo de hacerlo, Petre... -murmuró.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-Siempre hay
posibilidad -respondió.<br />
En el exterior, la obscuridad, fría y pesada, se cernía en torno a la casa. El
doctor Gheria se instaló al lado de la cama y comenzó a esperar. Al cabo de una
hora, Alexis se durmió pesadamente. Con toda suavidad, el doctor Gheria soltó
la mano de la de su esposa y se sirvió una taza de café humeante. Conforme lo
tomaba a sorbos, muy caliente, miraba en torno suyo, examinando toda la
habitación. La puerta estaba cerrada, las ventanas atrancadas, todas las
aberturas habían sido cerradas con ajo y Alexis llevaba la cruz al cuello.
Asintió lentamente, para sí mismo. Daría resultado, pensó. El monstruo tendría
que permanecer afuera. Se sentó, esperando, escuchando el ruido de su propia
respiración. El doctor Gheria estaba junto a la puerta antes de que llamaran
por segunda vez.<br />
-¡Michael! -exclamó, al tiempo que abrazaba al hombre joven-. ¡Mi buen Michael!
¡Estaba seguro de que vendrías!<br />
Ansiosamente, condujo al doctor Vares hasta su estudio. Afuera, la obscuridad
se hacía más intensa por momentos.<br />
-¿Dónde diablos se ha metido toda la gente del pueblo? -preguntó Vares-. Te
aseguro que no he visto ni un alma viviente al pasar por ahí.<br />
-Están todos encerrados, aterrorizados, en sus casas -replicó Gheria-, y todos
nuestros sirvientes, excepto uno, han ido a refugiarse con el resto de los
habitantes.<br />
-¿Quién se ha quedado?<br />
-Mi mayordomo: Karel -indicó Gheria-. No abrió la puerta, porque estaba
durmiendo. ¡Pobre tipo! Es muy anciano, y ha estado haciendo el trabajo de
cinco.<br />
Tomó a Vares por el brazo.<br />
-Mi buen Michael -dijo-, no puedes tener una idea de lo que me alegra verte.<br />
Vares lo miró, asombrado.<br />
-Vine tan pronto como recibí su mensaje -dijo.<br />
-Y agradezco que lo hayas hecho así -dijo Gheria-. Ya sé lo pesado y largo que
es un viaje desde Cluj.<br />
-¿Qué sucede? -preguntó Vares-. En su carta sólo decía que...<br />
Rápidamente, Gheria le contó qué había sucedido durante la última semana.<br />
-Ya te lo he dicho, Michael: estoy a punto de volverme loco -dijo-. ¡Nada nos
da buen resultado! Ajos, acónito, cruces, espejos, agua corriente... Lo hemos
empleado todo y es inútil. ¡No, no lo digas! ¡No es la imaginación ni la
superstición! ¡Está sucediendo! ¡Un <b>vampiro</b> la está
destruyendo! Cada día que pasa se hunde más en ese sopor mortal del que...
-Gheria apretó los puños- ...y todavía no logro comprenderlo -murmuró con
emoción-. No me es posible comprenderlo.<br />
-Venga, siéntese -el doctor Vares condujo al anciano hasta un sillón, haciendo
una mueca, al ver su palidez.<br />
Nerviosamente, sus dedos buscaron el pulso de Gheria.<br />
-Yo no importo -protestó Petre-. Es a Alexis a la que tenemos que ayudar -al
decir esto, se pasó una mano temblorosa por los ojos-. Pero, ¿cómo?<br />
No opuso ninguna resistencia cuando el joven le soltó el cuello de la camisa v
le examinó el cuello.<br />
-Usted también -dijo Vares con repugnancia.<br />
-¿Qué importa eso? -Gheria se aferró a la mano del joven-. Michael, amigo mío
-suplicó-, ¡dime que no soy yo! ¿Soy yo el que le hace eso tan horrible a ella?<br />
Vares pareció confundido.<br />
-¿Usted? -dijo-. Pero...<br />
-Ya lo sé; ya lo sé -dijo Petre-. Yo mismo he sido atacado. Sin embargo, eso no
significa nada, Michael. ¿Qué clase de horror es este como para que no pueda
impedirse? ¿De qué lugar infernal sale? He hecho que registren todo el campo,
que escudriñen en todas las tumbas e inspeccionen todas las criptas. No hay
ninguna casa en el pueblo que no haya sido objeto de investigación por mi
parte. ¡Te lo aseguro, Michael, no hay nada! Sin embargo, hay algo... Algo que
nos ataca todas las noches, arrancándonos la vida poco a poco. ¡El pueblo está
dominado por el terror..., y yo también! ¡Nunca vi a esa criatura, ni la oí!
Sin embargo, todas las mañanas encuentro a mi adorada esposa...<br />
El rostro de Vares estaba va un poco pálido y con expresión preocupada. Miró
atentamente al anciano.<br />
-¿Qué puedo hacer, amigo mío? -preguntó Gheria en tono suplicante-. ¿Cómo puedo
salvarla?<br />
Vares no pudo dar una respuesta.<br />
-¿Cuánto tiempo hace que está así? -preguntó Vares.<br />
No podía apartar los ojos de la palidez del rostro de Alexis.<br />
-Varios días -dijo Gheria-. La decadencia ha sido constante.<br />
El doctor Vares soltó la mano flácida de Alexis.<br />
-¿Por qué no me lo dijo antes?<br />
-Creí que podríamos resolver el problema -respondió Gheria débilmente-. Ahora
estoy convencido de que es imposible.<br />
Vares se estremeció.<br />
-Pero, seguramente...<br />
-Lo hemos intentado todo -dijo Gheria-. Ya no queda nada por intentar. ¡Nada!
-fue hacia la ventana, con paso vacilante y miró hacia el exterior, donde la
noche se iba haciendo cada vez más profunda-. Y ahora volverá nuevamente
-dijo-. Estamos indefensos.<br />
-No estamos indefensos, Petre -Vares se esforzó en sonreír amablemente y colocó
la mano sobre el hombro del anciano-. Yo voy a vigilar esta noche.<br />
-Es inútil.<br />
-No lo crea usted, amigo mío -dijo Vares, con nerviosismo-. Ahora, debe usted
tratar de dormir.<br />
-No me separaré de ella -dijo Gheria.<br />
-Pero... Necesita descansar.<br />
-No puedo irme -dijo Petre-. No deseo separarme de ella.<br />
Vares asintió.<br />
-Por supuesto -dijo-. Entonces, compartiremos las horas de vigilancia.<br />
Gheria suspiró.<br />
-Podemos intentarlo -dijo; pero su voz no parecía expresar ninguna esperanza.<br />
Unos veinte minutos después, regresó con un jarrón de café humeante, que era
apenas posible de oler, en medio del olor penetrante a ajo, que flotaba en el
aire. Acercándose al lecho, Gheria depositó la bandeja. Sostuvo una taza debajo
del espiche del jarrón, y el líquido salió como si se tratara de ébano
humeante. El doctor Vares había acercado una silla a la cama.<br />
-Yo vigilaré primero -dijo-. Duerma usted, Petre.<br />
-No vale la pena que lo intente -dijo Gheria.<br />
-Gracias -murmuró Vares, cuando el otro le tendió la taza.<br />
Gheria asintió y se sirvió una taza llena, antes de tomar asiento.<br />
-No sé qué le sucederá a Solta si esa criatura no es destruida -dijo-. Los
habitantes están paralizados de terror.<br />
-¿Ha estado la criatura en algún otro lugar del pueblo? -le preguntó Vares.<br />
Gheria suspiró cansadamente.<br />
-¿Para qué quiere ir a otro sitio? -dijo-. Está encontrando todo lo que
necesita entre estas cuatro paredes -miró a Alexis, con impotencia-. Cuando
nosotros muramos -añadió-, irá a otro sitio. Los habitantes del pueblo lo
saben, y están esperando que suceda.<br />
Vares depositó su taza en el plato y se restregó los ojos.<br />
-Parece imposible -observó- que nosotros, practicantes de una ciencia,
parezcamos ser incapaces de...<br />
-¿Qué puede hacer la ciencia contra esto? -dijo Gheria-. ¡La ciencia, que ni
siquiera admite su existencia! Podríamos traer a los mejores científicos del
mundo a esta habitación, y nos dirían: "Amigos míos, han sido engañados. <b>No
hay vampiros</b>. Todo esto es un truco."<br />
Gheria hizo una pausa y miró atentamente al joven.<br />
-¡Michael! -llamó.<br />
La respiración de Vares era lenta y pesada. Dejando sobre la mesita su taza de
café, que no había probado, Gheria se puso en pie y se acercó a Vares, que
estaba desplomado en su silla. Le levantó uno de los párpados, miró la pupila
que no tenía vista y retiró la mano. La droga era de efectos rápidos, pensó, y
muy efectiva. Vares podría estar insensible durante más tiempo del que sería
necesario. Acercándose al armario, Gheria sacó su maletín y se acercó con él a
la cama. Le quitó a Alexis la parte superior del camisón y, en unos segundos,
le sacó toda una jeringa llena de sangre; aquella iba a ser la última vez que
le extrajera sangre, afortunadamente. Restañando la herida, llevó la jeringa
hasta donde se encontraba Vares y la vació en la boca del joven, manchando con
ella sus dientes y sus labios.<br />
Una vez hecho esto, fue hacia la puerta y la abrió. Regresó junto a Vares, lo
levantó y lo llevó hasta el vestíbulo. Karel no iba a despertar: un poco de
opio en sus alimentos aseguraba al doctor que no lo haría. Gheria descendió
trabajosamente las escaleras, bajo el peso del cuerpo de Vares. En el rincón
más obscuro de la bodega, un féretro de madera estaba esperando al joven. Allí
reposaría, hasta la mañana siguiente, cuando el aturdido doctor Gheria
ordenaría a Karel que registrara el ático y la bodega, por la remota y quizá
fantástica posibilidad de que...<br />
Diez minutos después, Gheria estaba nuevamente en la habitación de Alexis,
tomándole el pulso. Era lo bastante fuerte y sobreviviría. El dolor y la
tortura del horror que había soportado, serían un castigo suficiente para ella.
En cuanto a Vares...<br />
El doctor Gheria sonrió, complacido, por primera vez desde que Alexis y él
habían regresado de Cluj, a fines del verano. ¡Espíritus infernales! ¡Qué cosa
más agradable sería ver cómo Karel atravesaba con una estaca el maldito corazón
del seductor Michael Vares!<o:p></o:p></div>El espantapájaros negrohttp://www.blogger.com/profile/08885315733223760701noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-614909406940226631.post-50623693109564391532012-05-31T00:00:00.000+02:002012-05-31T00:00:07.354+02:00Cómo ocurrió (Asimov)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://1.bp.blogspot.com/-cDfiRPczUEg/T8ZPVg9MDWI/AAAAAAAAADk/BqFYob8pO10/s1600/MIC04409.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="237" src="http://1.bp.blogspot.com/-cDfiRPczUEg/T8ZPVg9MDWI/AAAAAAAAADk/BqFYob8pO10/s320/MIC04409.jpg" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: red;">"Creación del mundo" Miguel Ángel </span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: red;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<br />
Mi hermano empezó a dictar en su mejor estilo oratorio, ése que hace que las
tribus se queden aleladas ante sus palabras.<br />
- En el principio -dijo-, exactamente hace quince mil doscientos millones de
años, hubo una gran explosión, y el universo...<br />
Pero yo había dejado de escribir.<br />
- ¿Hace quince mil doscientos millones de años? -pregunté, incrédulo.<br />
- Exactamente -dijo-. Estoy inspirado.<br />
- No pongo en duda tu inspiración -aseguré. (Era mejor que no lo hiciera. Él es
tres años más joven que yo, pero jamás he intentado poner en duda su
inspiración. Nadie más lo hace tampoco, o de otro modo las cosas se ponen
feas.)- Pero, ¿vas a contar la historia de la Creación a lo largo de un período
de más de quince mil millones de años?<br />
- Tengo que hacerlo. Ése es el tiempo que llevo. Lo tengo todo aquí dentro
-dijo, palmeándose la frente-, y procede de la más alta autoridad.<br />
Para entonces yo había dejado el estilo sobre la mesa.<br />
- ¿Sabes cuál es el precio del papiro? -dije.<br />
- ¿Qué?<br />
(Puede que esté inspirado, pero he notado con frecuencia que su inspiración no
incluye asuntos tan sórdidos como el precio del papiro.) - Supongamos que
describes un millón de años de acontecimientos en cada rollo de papiro. Eso
significa que vas a tener que llenar quince mil rollos. Tendrás que hablar
mucho para llenarlos, y sabes que empiezas a tartamudear al poco rato. Yo
tendré que escribir lo bastante como para llenarlos, y los dedos se me acabarán
cayendo. Además, aunque podamos comprar todo ese papiro, y tu tengas la voz y
la fuerza suficientes., ¿Quien va a copiarlo? Hemos de tener garantizados un
centenar de ejemplares antes de poder publicarlo, y en esas condiciones, ¿cómo
vamos a obtener derechos de autor?<br />
Mi hermano pensó durante un rato. Luego dijo:<br />
- ¿Crees que deberíamos acortarlo un poco?<br />
- Mucho -puntualicé, si esperas llegar al gran público.<br />
- ¿Qué te parecen cien años?<br />
- ¿Qué te parecen seis días?<br />
- No puedes comprimir la Creación en solo seis días -dijo, horrorizado.<br />
- Ese es todo el papiro de que dispongo -le aseguré-. Bien, ¿qué dices?<br />
- Oh, está bien -concedió, y empezó a dictar de nuevo-. En el principio...<br />
¿De veras han de ser solo seis días, Aarón?<br />
- Seis días, Moisés -dije firmemente.<br />
<!--[if !supportLineBreakNewLine]--><br />
<!--[endif]--><o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="background-color: #141414; color: white; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px; text-align: center;">
<span style="background-color: black; text-align: left;">Recordad que para este blog funcione hace falta vuestros relatos. Animaos a escribir.</span></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px; text-align: center;">Un saludo. </span><span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px; text-align: center;"> </span><span style="color: red;"> </span></div>El espantapájaros negrohttp://www.blogger.com/profile/08885315733223760701noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-614909406940226631.post-25871419468462492222012-05-30T00:00:00.000+02:002012-05-30T00:00:08.828+02:00El alquimista (Lovecraft)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-hVx6Jnq5G9w/T8TzAbeFsDI/AAAAAAAAADY/UA4fkCu2nJc/s1600/0233-0064_der_alchimist.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://2.bp.blogspot.com/-hVx6Jnq5G9w/T8TzAbeFsDI/AAAAAAAAADY/UA4fkCu2nJc/s320/0233-0064_der_alchimist.jpg" width="184" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: red;">Pieter Brueghel- El viejo</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; background-position: initial initial; background-repeat: initial initial; font-size: 12pt;"><span style="color: white;">Allá en lo alto, coronando la herbosa cima un
montículo escarpado, de falda cubierta por los árboles nudosos de la selva
primordial, se levanta la vieja mansión de mis antepasados. Durante siglos sus
almenas han contemplado ceñudas el salvaje y accidentado terreno circundante,
sirviendo de hogar y fortaleza para la casa altanera cuyo honrado linaje es más
viejo aún que los muros cubiertos de musgo del castillo. Sus antiguos
torreones, castigados durante generaciones por las tormentas, demolidos por el
lento pero implacable paso del tiempo, formaban en la época feudal una de las
más temidas y formidables fortalezas de toda Francia. Desde las aspilleras de
sus parapetos y desde sus escarpadas almenas, muchos barones, condes y aun
reyes han sido desafiados, sin que nunca resonara en sus espaciosos salones el
paso del invasor.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; font-size: 12pt;"><span style="color: white;">Pero todo ha cambiado desde aquellos gloriosos años. Una pobreza rayana en
la indigencia, unida a la altanería que impide aliviarla mediante el ejercicio
del comercio, ha negado a los vástagos del linaje la oportunidad de mantener
sus posesiones en su primitivo esplendor; y las derruidas piedras de los muros,
la maleza que invade los patios, el foso seco y polvoriento, así como las
baldosas sueltas, las tablazones comidas de gusanos y los deslucidos tapices
del interior, todo narra un melancólico cuento de perdidas grandezas. Con el
paso de las edades, primero una, luego otra, las cuatro torres fueron
derrumbándose, hasta que tan sólo una sirvió de cobijo a los tristemente menguados
descendientes de los otrora poderosos señores del lugar.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; font-size: 12pt;"><span style="color: white;">Fue en una de las vastas y lóbregas estancias de esa torre que aún seguía
en pie donde yo, Antoine, el último de los desdichados y maldecidos condes de
C., vine al mundo, hace diecinueve años. Entre esos muros, y entre las oscuras
y sombrías frondas, los salvajes barrancos y las grutas de la ladera, pasaron
los primeros años de mi atormentada vida. Nunca conocí a mis progenitores. Mi
padre murió a la edad de treinta y dos, un mes después de mi nacimiento,
alcanzado por una piedra de uno de los abandonados parapetos del castillo; y,
habiendo fallecido mi madre al darme a luz, mi cuidado y educación corrieron a
cargo del único servidor que nos quedaba, un hombre anciano y fiel de notable
inteligencia, que recuerdo que se llamaba Pierre. Yo no era más que un
chiquillo, y la carencia de compañía que eso acarreaba se veía aumentada por el
extraño cuidado que mi añoso guardián se tomaba para privarme del trato de los
muchachos campesinos, aquellos cuyas moradas se desperdigaban por los llanos
circundantes en la base de la colina. Por entonces, Pierre me había dicho que
tal restricción era debida a que mi nacimiento noble me colocaba por encima del
trato con aquellos plebeyos compañeros. Ahora sé que su verdadera intención era
ahorrarme los vagos rumores que corrían acerca de la espantosa maldición que
afligía a mi linaje, cosas que se contaban en la noche y eran magnificadas por
los sencillos aldeanos según hablaban en voz baja al resplandor del hogar en sus
chozas.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; font-size: 12pt;"><span style="color: white;">Aislado de esa manera, librado a mis propios recursos, ocupaba mis horas de
infancia en hojear los viejos tomos que llenaban la biblioteca del castillo,
colmada de sombras, y en vagar sin ton ni son por el perpetuo crepúsculo del
espectral bosque que cubría la falda de la colina. Fue quizás merced a tales
contornos el que mi mente adquiriera pronto tintes de melancolía. Esos estudios
y temas que tocaban lo oscuro y lo oculto de la naturaleza eran lo que más
llamaban mi atención.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; font-size: 12pt;"><span style="color: white;">Poco fue lo que me permitieron saber de mi propia ascendencia, y lo poco
que supe me sumía en hondas depresiones. Quizás, al principio, fue sólo la
clara renuencia mostrada por mi viejo preceptor a la hora de hablarme de mi
línea paterna lo que provocó la aparición de ese terror que yo sentía cada vez
que se mentaba a mi gran<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; font-size: 12pt;"><span style="color: white;">linaje, aunque al abandonar la infancia conseguí fragmentos inconexos de
conversación, dejados escapar involuntariamente por una lengua que ya iba
traicionándolo con la llegada de la senilidad, y que tenían alguna relación con
un particular acontecimiento que yo siempre había considerado extraño, y que
ahora empezaba a volverse turbiamente terrible. A lo que me refiero es a la
temprana edad en la que los condes de mi linaje encontraban la muerte. Aunque hasta
ese momento había considerado un atributo de familia el que los hombres fueran
de corta vida, más tarde reflexioné en profundidad sobre aquellas muertes
prematuras, y comencé a relacionarlas con los desvaríos del anciano, que a
menudo mencionaba una maldición que durante siglos había impedido que las vidas
de los portadores del título sobrepasasen la barrera de los treinta y dos años.
En mi vigésimo segundo cumpleaños, el añoso Pierre me entregó un documento
familiar que, según decía, había pasado de padre a hijo durante muchas
generaciones y había sido continuado por cada poseedor. Su contenido era de lo
más inquietante, y una lectura pormenorizada confirmó la gravedad de mis
temores. En ese tiempo, mi creencia en lo sobrenatural era firme y arraigada, de
lo contrario hubiera hecho a un lado con desprecio el increíble relato que
tenía ante los ojos.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; font-size: 12pt;"><span style="color: white;">El papel me hizo retroceder a los tiempos del siglo XIII, cuando el viejo
castillo en el que me hallaba era una fortaleza temida e inexpugnable. En él se
hablaba de cierto anciano que una vez vivió en nuestras posesiones, alguien de
no pocos talentos, aunque su rango apenas rebasaba el de campesino; era de
nombre Michel, de usual sobrenombre Mauvais, el malhadado, debido a su
siniestra reputación. A pesar de su clase, había estudiado, buscando cosas
tales como la piedra filosofal y el elixir de la eterna juventud, y tenía fama
de ducho en los terribles arcanos de la magia negra y la alquimia. Michel
Mauvais tenía un hijo llamado Charles, un mozo tan avezado como él mismo en las
artes ocultas, habiendo sido por ello apodado Le Sorcier, el brujo. Ambos,
evitados por las gentes de bien, eran sospechosos de las prácticas más odiosas.
El viejo Michel era acusado de haber quemado viva a su esposa, a modo de
sacrificio al diablo, y, en lo tocante a las incontables desapariciones de
hijos pequeños de campesinos, se tendía a señalar su puerta. Pero, a través de
las oscuras naturalezas de padre e hijo brillaba un rayo de humanidad y
redención; el malvado viejo quería a su retoño con fiera intensidad, mientras
que el mozo sentía por su padre una devoción más que filial.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black; font-size: 12pt;"><span style="color: white;">Una noche el castillo de la colina se encontró sumido en la más tremenda de
las confusiones por la desaparición del joven Godfrey, hijo del conde Henri. Un
grupo de búsqueda, encabezado por el frenético padre, invadió la choza de los
brujos, hallando al viejo Michel Mauvais mientras trasteaba en un inmenso
caldero que bullía violentamente. Sin más demora, llevado de furia y
desesperación desbocadas, el conde puso sus manos sobre el anciano mago y, al
aflojar su abrazo mortal, la víctima ya había expirado. Entretanto, los alegres
criados proclamaban el descubrimiento del joven Godfrey en una estancia lejana
y abandonada del edificio, anunciándolo muy tarde, ya que el pobre Michel había
sido muerto en vano. Al dejar el conde y sus amigos la mísera cabaña del
alquimista, la figura de Charles Le Sorcier hizo acto de presencia bajo los
árboles. La charla excitada de los domésticos más próximos le reveló lo
sucedido, aunque pareció indiferente en un principio al destino de su padre.
Luego, yendo lentamente al encuentro del conde, pronunció con voz apagada pero
terrible la maldición que, en adelante, afligiría a la casa de C.<o:p></o:p></span></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<br /></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><i><span style="font-size: 12.0pt; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">«Nunca sea que un
noble de tu estirpe homicida<br />
Viva para alcanzar mayor edad de la que ahora posees»</span></i><span style="font-size: 12.0pt; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;"><o:p></o:p></span></span></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<i><span style="background-color: black; font-size: 12pt;"><span style="color: white;"><br /></span></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: black; font-size: 12pt;"><span style="color: white;">Proclamó
cuando, repentinamente, saltando hacia atrás al negro bosque, sacó de su túnica
una redoma de líquido incoloro que arrojó al rostro del asesino de su padre,
desapareciendo al amparo de la negra cortina de la noche. El conde murió sin
decir palabra y fue sepultado al día siguiente, con apenas treinta y dos años.
Nunca descubrieron rastro del asesino, aunque implacables bandas de campesinos
batieron las frondas cercanas y las praderas que rodeaban la colina.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: black; font-size: 12pt;"><span style="color: white;">El tiempo y la falta
de recordatorios aminoraron la idea de la maldición de la mente de la familia
del conde muerto; así que cuando Godfrey, causante inocente de toda la tragedia
y ahora portador de un título, murió traspasado por una flecha en el transcurso
de una cacería, a la edad de treinta y dos años, no hubo otro pensamiento que
el de pesar por su deceso. Pero cuando, años después, el nuevo joven conde, de
nombre Robert, fue encontrado muerto en un campo cercano y sin mediar causa aparente,
los campesinos dieron en murmurar acerca de que su amo apenas sobrepasaba los
treinta y dos cumpleaños cuando fue sorprendido por su temprana muerte. Louis,
hijo de Robert, fue descubierto ahogado en el foso a la misma fatídica edad, y,
desde ahí, la crónica ominosa recorría los siglos: Henris, Roberts, Antoines y
Armands privados de vidas felices y virtuosas cuando apenas rebasaban la edad
que tuviera su infortunado antepasado al morir.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: black; font-size: 12pt;"><span style="color: white;">Según lo leído,
parecía cierto que no me quedaban sino once años. Mi vida, tenida hasta
entonces en tan poco, se me hizo ahora más preciosa a cada día que pasaba, y me
fui progresivamente sumergiendo en los misterios del oculto mundo de la magia
negra. Solitario como era, la ciencia moderna no me había perturbado y trabajaba
como en la Edad Media, tan empeñado como estuvieran el viejo Michel y el joven
Charles en la adquisición de saber demonológico y alquímico. Aunque leía cuanto
caía en mis manos, no encontraba explicación para la extraña maldición que
afligía a mi familia. En los pocos momentos de pensamiento racional, podía
llegar tan lejos como para buscar alguna explicación natural, atribuyendo las
tempranas muertes de mis antepasados al siniestro Charles Le Sorcier y sus
herederos; pero descubriendo tras minuciosas investigaciones que no había
descendientes conocidos del alquimista, me volví nuevamente a los estudios
ocultos y de nuevo me esforcé en encontrar un hechizo capaz de liberar a mi
estirpe de esa terrible carga. En algo estaba plenamente resuelto. No me casaría
jamás, y, ya que las ramas restantes de la familia se habían extinguido,
pondría fin conmigo a la maldición.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: black; font-size: 12pt;"><span style="color: white;">Cuando yo frisaba los
treinta, el viejo Pierre fue reclamado por el otro mundo. Lo enterré sin ayuda
bajo las piedras del patio por el que tanto gustara de deambular en vida. Así
quedé para meditar en soledad, siendo el único ser humano de la gran fortaleza,
y en el total aislamiento mi mente fue dejando de rebelarse contra la maldición
que se avecinaba para casi llegar a acariciar ese destino con el que se habían
encontrado tantos de mis antepasados. Pasaba mucho tiempo explorando las torres
y los salones ruinosos y abandonados del viejo castillo, que el temor juvenil
me había llevado a rehuir y que, al decir del viejo Pierre, no habían sido hollados
por ser humano durante casi cuatro siglos. Muchos de los objetos hallados
resultaban extraños y espantosos. Mis ojos descubrieron muebles cubiertos por
polvo de siglos, desmoronándose en la putridez de largas exposiciones a la
humedad. Telarañas en una profusión nunca antes vista brotaban por doquier, e
inmensos murciélagos agitaban sus alas huesudas e inmensas por todos lados en
las, por otra parte, vacías tinieblas.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: black; font-size: 12pt;"><span style="color: white;">Guardaba el cálculo
más cuidadoso de mi edad exacta, aun de los días y horas, ya que cada
oscilación del péndulo del gran reloj de la biblioteca desgranaba una pizca más
de mi condenada existencia. Al final estuve cerca del momento tanto tiempo
contemplado con aprensión. Dado que la mayoría de mis antepasados fueron
abatidos poco después de llegar a la edad exacta que tenía el conde Henri al
morir, yo aguardaba en cualquier instante la llegada de una muerte desconocida.
En qué extraña forma me alcanzaría la maldición, eso no sabía decirlo; pero
estaba decidido a que, al menos, no me encontrara atemorizado o pasivo. Con
renovado vigor, me apliqué al examen del viejo castillo y cuanto contenía.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><span style="font-size: 12.0pt; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">El suceso culminante
de mi vida tuvo lugar durante una de mis exploraciones más largas en la parte
abandonada del castillo, a menos de una semana de la fatídica hora que yo sabía
había de marcar el límite final a mi estancia en la tierra, más allá de la cual
yo no tenía siquiera atisbos de esperanza de conservar el hálito. Había
empleado la mejor parte de la mañana yendo arriba y abajo por las escaleras
medio en ruinas, en uno de los más castigados de los antiguos torreones. En el
transcurso de la tarde me dediqué a los niveles inferiores, bajando a lo que
parecía ser un calabozo medieval o quizás un polvorín subterráneo, más bajo.
Mientras deambulaba lentamente por los pasadizos llenos de incrustaciones al
pie de la última escalera, el suelo se tornó sumamente húmedo y pronto, a la
luz de mi trémula antorcha, descubrí que un muro sólido, manchado por el agua,
impedía mi avance. Girándome para volver sobre mis pasos, fui a poner los ojos
sobre una pequeña trampilla con anillo, directamente bajo mis pies.
Deteniéndome, logré alzarla con dificultad, descubriendo una negra abertura de
la que brotaban tóxicas humaredas que hicieron chisporrotear mi antorcha, a
cuyo titubeante resplandor vislumbré una escalera de piedra. Tan pronto como la
antorcha, que yo había abatido hacia las repelentes profundidades, ardió libre
y firmemente, emprendí el descenso. Los peldaños eran muchos y llevaban a un
angosto pasadizo de piedra que supuse muy por debajo del nivel del suelo. Este
túnel resultó de gran longitud y finalizaba en una masiva puerta de roble,
rezumante con la humedad del lugar, que resistió firmemente cualquier intento
mío de abrirla. Cesando tras un tiempo en mis esfuerzos, me había vuelto un
trecho hacia la escalera, cuando sufrí de repente una de las impresiones más
profundas y enloquecedoras que pueda concebir la mente humana. Sin previo
aviso, escuché crujir la pesada puerta a mis espaldas, girando lentamente sobre
sus oxidados goznes. Mis inmediatas sensaciones no son susceptibles de
análisis. Encontrarme en un lugar tan completamente abandonado como yo creía
que era el viejo castillo, ante la prueba de la existencia de un hombre o un
espíritu, provocó a mi mente un horror de lo más agudo que pueda imaginarse.
Cuando al fin me volví y encaré la fuente del sonido, mis ojos debieron
desorbitarse ante lo que veían. En un antiguo marco gótico se encontraba una
figura humana. Era un hombre vestido con un casquete</span><a href="http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/lovecraf/alquimis.htm#1" target="_self"><sup><span style="font-size: 12pt; text-decoration: none;">1</span></sup></a><span style="font-size: 12.0pt; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;"> y una
larga túnica medieval de color oscuro. Sus largos cabellos y frondosa barba
eran de un negro intenso y terrible, de increíble profusión. Su frente, más
alta de lo normal; sus mejillas, consumidas, llenas de arrugas; y sus manos
largas, semejantes a garras y nudosas, eran de una mortal y marmórea blancura
como nunca antes viera en un hombre. Su figura, enjuta hasta asemejarla a un
esqueleto, estaba extrañamente cargada de hombros y casi perdida dentro de los
voluminosos pliegues de su peculiar vestimenta. Pero lo más extraño de todo
eran sus ojos, cavernas gemelas de negrura abisal, profundas en saber, pero
inhumanas en su maldad. Ahora se clavaban en mí, lacerando mi alma con su odio,
manteniéndome sujeto al sitio. Por fin, la figura habló con una voz retumbante
que me hizo estremecer debido a su honda impiedad e implícita malevolencia. El
lenguaje empleado en su discurso era el decadente latín usado por los menos
eruditos durante la Edad Media, y pude entenderlo gracias a mis prolongadas
investigaciones en los tratados de los viejos alquimistas y demonólogos. Esa
aparición hablaba de la maldición suspendida sobre mi casa, anunciando mi
próximo fin, e hizo hincapié en el crimen cometido por mi antepasado contra el
viejo Michel Mauvais, recreándose en la venganza de Charles le Sorcier. Relató
cómo el joven Charles había escapado al amparo de la noche, volviendo al cabo
de los años para matar al heredero Godfrey con una flecha, en la época en que
éste alcanzó la edad que tuviera su padre al ser asesinado; cómo había vuelto
en secreto al lugar, estableciéndose ignorado en la abandonada estancia
subterránea, la misma en cuyo umbral se recortaba ahora el odioso narrador.
Cómo había apresado a Robert, hijo de Godfrey, en un campo, forzándolo a
ingerir veneno y dejándolo morir a la edad de treinta y dos, manteniendo así la
loca profecía de su vengativa maldición. Entonces me dejó imaginar cuál era la
solución de la mayor de las incógnitas: cómo la maldición había continuado
desde el momento en que, según las leyes de la naturaleza, Charles le Sorcier
hubiera debido morir, ya que el hombre se perdió en digresiones, hablándome
sobre los profundos estudios de alquimia de los dos magos, padre e hijo, y
explayándose sobre la búsqueda de Charles le Sorcier del elixir que podría
garantizarle el goce de vida y juventud eternas.<o:p></o:p></span></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: black; font-size: 12pt;"><span style="color: white;">Por un instante su
entusiasmo pareció desplazar de aquellos ojos terribles el odio mostrado en un
principio, pero bruscamente volvió el diabólico resplandor y, con un
estremecedor sonido que recordaba el siseo de una serpiente, alzó una redoma de
cristal con evidente intención de acabar con mi vida, tal como hiciera Charles
le Sorcier seiscientos años antes con mi antepasado. Llevado por algún
protector instinto de autodefensa, luché contra el encanto que me había tenido
inmóvil hasta ese momento, y arrojé mi antorcha, ahora moribunda, contra el ser
que amenazaba mi vida. Escuché cómo la ampolla se rompía de forma inocua contra
las piedras del pasadizo mientras la túnica del extraño personaje se
incendiaba, alumbrando la horrible escena con un resplandor fantasmal. El grito
de espanto y de maldad impotente que lanzó el frustrado asesino resultó demasiado
para mis nervios, ya estremecidos, y caí desmayado al suelo fangoso.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: black; font-size: 12pt;"><span style="color: white;">Cuando por fin recobré
el conocimiento, todo estaba espantosamente a oscuras y, recordando lo
ocurrido, temblé ante la idea de tener que soportar aún más; pero fue la
curiosidad lo que acabó imponiéndose. ¿Quién, me preguntaba, era este malvado
personaje, y cómo había llegado al interior del castillo? ¿Por qué podía querer
vengar la muerte del pobre Michel Mauvais y cómo se había transmitido la
maldición durante el gran número de siglos pasados desde la época de Charles le
Sorcier? El peso del espanto, sufrido durante años, desapareció de mis hombros,
ya que sabía que aquel a quien había abatido era lo que hacía peligrosa la
maldición, y, viéndome ahora libre, ardía en deseos de saber más del ser
siniestro que había perseguido durante siglos a mi linaje, y que había
convertido mi propia juventud en una interminable pesadilla. Dispuesto a seguir
explorando, me tanteé los bolsillos en busca de eslabón y pedernal, y encendí
la antorcha de repuesto. Enseguida, la luz renacida reveló el cuerpo retorcido
y achicharrado del misterioso extraño. Esos ojos espantosos estaban ahora
cerrados. Desasosegado por la visión, me giré y accedí a la estancia que había
al otro lado de la puerta gótica. Allí encontré lo que parecía ser el
laboratorio de un alquimista. En una esquina se encontraba una inmensa pila de
reluciente metal amarillo que centelleaba de forma portentosa a la luz de la
antorcha. Debía de tratarse de oro, pero no me detuve a cerciorarme, ya que
estaba afectado de forma extraña por la experiencia sufrida. Al fondo de la
estancia había una abertura que conducía a uno de los muchos barrancos abiertos
en la oscura ladera boscosa. Lleno de asombro, aunque sabedor ahora de cómo
había logrado ese hombre llegar al castillo, me volví. Intenté pasar con el
rostro vuelto junto a los restos de aquel extraño, pero, al acercarme, creí
oírle exhalar débiles sonidos, como si la vida no hubiera escapado por completo
de él. Horrorizado, me incliné para examinar la figura acurrucada y abrasada
del suelo. Entonces esos horribles ojos, más oscuros que la cara quemada donde
se albergaban, se abrieron para mostrar una expresión imposible de identificar.
Los labios agrietados intentaron articular palabras que yo no acababa de
entender. Una vez capté el nombre de Charles le Sorcier y en otra ocasión pensé
que las palabras «años» y «maldición» brotaban de esa boca retorcida. A pesar
de todo, no fui capaz de encontrar un significado a su habla entrecortada. Ante
mi evidente ignorancia, los ojos como pozos relampaguearon una vez más
malévolamente en mi contra, hasta el punto de que, inerme como veía a mi
enemigo, me sentí estremecer al observarlo.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: black; font-size: 12pt;"><span style="color: white;">Súbitamente, aquel
miserable, animado por un último rescoldo de energía, alzó su espantosa cabeza
del suelo húmedo y hundido. Entonces, recuerdo que, estando yo paralizado por
el miedo, recuperó la voz y con aliento agonizante vociferó las palabras que en
adelante habrían de perseguirme durante todos los días y las noches de mi vida.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: black; font-size: 12pt;"><span style="color: white;">-¡Necio! -gritaba-.
¿No puedes adivinar mi secreto? ¿No tienes bastante cerebro como para reconocer
la voluntad que durante seis largos siglos ha perpetuado la espantosa maldición
sobre los tuyos? ¿No te he hablado del gran elixir de la eterna juventud? ¿No
sabes quién desveló el secreto de la alquimia? ¡Pues fui yo! ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo que
he vivido durante seiscientos años para perpetuar mi venganza, PORQUE YO SOY
CHARLES LE SORCIER!<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px; text-align: left;"><span style="color: white;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px; text-align: left;"><span style="color: white;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="background-color: black; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px; text-align: left;"><span style="color: white;">Recordad que para este blog funcione hace falta vuestros relatos. Animaos a escribir.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<o:p style="background-color: black;"><span style="color: white;"><span style="font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px;">Un saludo. </span> </span></o:p></div>El espantapájaros negrohttp://www.blogger.com/profile/08885315733223760701noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-614909406940226631.post-19832932063155029972012-05-29T00:00:00.000+02:002012-05-29T00:00:00.699+02:00El asesino (King)<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-EZRi6Mt_544/T8PVmkGeR6I/AAAAAAAAADM/j7l3jNsm6fc/s1600/asesino.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://3.bp.blogspot.com/-EZRi6Mt_544/T8PVmkGeR6I/AAAAAAAAADM/j7l3jNsm6fc/s320/asesino.jpg" width="292" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="background-color: black; color: red;">"El asesino" Dibujo a tinta y plumín de Julian Troilo</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: xx-small;"> </span><a href="http://artequearde.blogspot.com.es/">http://artequearde.blogspot.com.es/</a></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
Repentinamente se despertó sobresaltado, y se dio cuenta de que no sabía quien era, ni que estaba haciendo aquí, en una fábrica de municiones. No podía recordar su nombre ni que había estado haciendo. No podía recordar nada.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
La fábrica era enorme, con líneas de ensamblaje, y cintas transportadoras, y con el sonido de las partes que estaban siendo ensambladas.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
Tomó uno de los revólveres acabados de una caja donde estaban siendo, automáticamente, empaquetados. Evidentemente había estado operando en la máquina, pero ahora estaba parada.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
Recogía el revólver como algo muy natural. Caminó lentamente hacia el otro lado de la fábrica, a lo largo de las rampas de vigilancia. Allí había otro hombre empaquetando balas.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
"¿Quién Soy?" - le dijo pausadamente, indeciso.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
El hombre continuó trabajando. No levantó la vista, daba la sensación de que no le había escuchado.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
"¿Quién soy? ¿Quién soy?" - gritó, y aunque toda la fábrica retumbó con el eco de sus salvajes gritos, nada cambió. Los hombres continuaron trabajando, sin levantar la vista.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
Agito el revólver junto a la cabeza del hombre que empaquetaba balas. Le golpeó, y el empaquetador cayó, y con su cara, golpeó la caja de balas que cayeron sobre el suelo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
El recogió una. Era el calibre correcto. Cargó varias más.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
Escucho el click-click de pisadas sobre él, se volvió y vio a otro hombre caminando sobre una rampa de vigilancia. "¿Quién soy?" - le gritó. Realmente no esperaba obtener respuesta.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
Pero el hombre miró hacia abajo, y comenzó a correr.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
Apuntó el revólver hacia arriba y disparó dos veces. El hombre se detuvo, y cayó de rodillas, pero antes de caer, pulsó un botón rojo en la pared.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
Una sirena comenzó a aullar, ruidosa y claramente.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
"¡Asesino! ¡Asesino! ¡Asesino!" - bramaron los altavoces.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
Los trabajadores no levantaron la vista. Continuaron trabajando.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
Corrió, intentando alejarse de la sirena, del altavoz. Vio una puerta, y corrió hacia ella.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
La abrió, y cuatro hombres uniformados aparecieron. Le dispararon con extrañas armas de energía. Los rayos pasaron a su lado.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
Disparó tres veces más, y uno de los hombres uniformados cayó, su arma resonó al caer al suelo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
Corrió en otra dirección, pero más uniformados llegaban desde la otra puerta. Miró furiosamente alrededor. ¡Estaban llegando de todos lados! ¡Tenía que escapar!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
Trepó, más y más alto, hacia la parte superior. Pero había más de ellos allí. Le tenían atrapado. Disparó hasta vaciar el cargador del revolver.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
Se acercaron hacia él, algunos desde arriba, otros desde abajo. "¡Por favor! ¡No disparen! ¡No se dan cuenta que solo quiero saber quien soy!"<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
Dispararon, y los rayos de energía le abatieron. Todo se volvió oscuro...<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
Les observaron como cerraban la puerta tras él, y entonces el camión se alejó. "Uno de ellos se convierte en asesino de vez en cuando," dijo el guarda.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
"No lo entiendo," dijo el segundo, rascándose la cabeza. "Mira ese. ¿Qué era lo que decía? Solo quiero saber quién soy. Eso era.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
Parecía casi humano. Estoy comenzando a pensar que están haciendo esos robots demasiado bien."<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;">
Observaron al camión de reparación de robots desaparecer por la curva.<o:p></o:p><br />
<br />
<span style="background-color: #141414; color: white; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px; text-align: left;">Recordad que para este blog funcione hace falta vuestros relatos. Animaos a escribir.</span><br />
<span style="background-color: #141414; color: white; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px; text-align: left;">Un saludo. </span></div>
<br />
<div style="text-align: center;">
<br class="Apple-interchange-newline" /></div>El espantapájaros negrohttp://www.blogger.com/profile/08885315733223760701noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-614909406940226631.post-30380884570853780002012-05-28T00:00:00.001+02:002012-05-28T22:06:19.822+02:00El cuervo (Poe)<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-blahrPXZwSQ/T7-3Pm147EI/AAAAAAAAAC4/79srF-9Sjnw/s1600/405px-Paul_Gustave_Dore_Raven14.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://2.bp.blogspot.com/-blahrPXZwSQ/T7-3Pm147EI/AAAAAAAAAC4/79srF-9Sjnw/s320/405px-Paul_Gustave_Dore_Raven14.jpg" width="216" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: red;">Paúl Gustave Dore </span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: red;"><br /></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: yellow;"><br /></span></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="color: yellow;">¿Qué mejor para empezar este blog de terror, que el mismísimo Edgar Alan poe?</span></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="color: yellow;">Que lo disfrutéis.</span></div>
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Una vez, al filo de una lúgubre media noche,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
cabeceando, casi dormido,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
oyóse de súbito un leve golpe,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
como si suavemente tocaran,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
tocaran a la puerta de mi cuarto.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
“Es —dije musitando— un visitante<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Eso es todo, y nada más.”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
¡Ah! aquel lúcido recuerdo<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
de un gélido diciembre;<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
espectros de brasas moribundas<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
reflejadas en el suelo;<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
angustia del deseo del nuevo día;<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
en vano encareciendo a mis libros<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
dieran tregua a mi dolor.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Dolor por la pérdida de Leonora, la única,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Aquí ya sin nombre, para siempre.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Y el crujir triste, vago, escalofriante<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
de la seda de las cortinas rojas<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
llenábame de fantásticos terrores<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
acallando el latido de mi corazón,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
vuelvo a repetir:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
queriendo entrar. Algún visitante<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Eso es todo, y nada más.”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Ahora, mi ánimo cobraba bríos,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
y ya sin titubeos:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
“Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
imploro,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
mas el caso es que, adormilado<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
cuando vinisteis a tocar quedamente,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
tan quedo vinisteis a llamar,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
a llamar a la puerta de mi cuarto,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
que apenas pude creer que os oía.”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Y entonces abrí de par en par la puerta:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Oscuridad, y nada más.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Escrutando hondo en aquella negrura<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
permanecí largo rato, atónito, temeroso,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
dudando, soñando sueños que ningún mortal<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
se haya atrevido jamás a soñar.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
y la única palabra ahí proferida<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Lo pronuncié en un susurro, y el eco<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Apenas esto fue, y nada más.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
toda mi alma abrasándose dentro de mí,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
“Ciertamente —me dije—, ciertamente<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
algo sucede en la reja de mi ventana.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
y así penetrar pueda en el misterio.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
y así penetrar pueda en el misterio.”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
¡Es el viento, y nada más!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
De un golpe abrí la puerta,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
y con suave batir de alas, entró<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
un majestuoso cuervo<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
de los santos días idos.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Sin asomos de reverencia,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
ni un instante quedo;<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
y con aires de gran señor o de gran dama<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
fue a posarse en el busto de Palas,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
sobre el dintel de mi puerta.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Posado, inmóvil, y nada más.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Entonces, este pájaro de ébano<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
cambió mis tristes fantasías en una sonrisa<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
con el grave y severo decoro<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
del aspecto de que se revestía.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
“Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
no serás un cobarde,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
hórrido cuervo vetusto y amenazador.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Evadido de la ribera nocturna.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
pudiera hablar tan claramente;<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
aunque poco significaba su respuesta.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Poco pertinente era. Pues no podemos<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
sino concordar en que ningún ser humano<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
posado sobre el dintel de su puerta,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
pájaro o bestia, posado en el busto esculpido<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
de Palas en el dintel de su puerta<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
con semejante nombre: “Nunca más.”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
las palabras pronunció, como vertiendo<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
su alma sólo en esas palabras.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Nada más dijo entonces;<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
no movió ni una pluma.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
“Otros amigos se han ido antes;<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
mañana él también me dejará,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
como me abandonaron mis esperanzas.”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Sobrecogido al romper el silencio<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
tan idóneas palabras,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
“sin duda —pensé—, sin duda lo que dice<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
de un amo infortunado a quien desastre impío<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
persiguió, acosó sin dar tregua<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
hasta que las endechas de su esperanza<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
llevaron sólo esa carga melancólica<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
de ‘Nunca, nunca más’.”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Mas el Cuervo arrancó todavía<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
de mis tristes fantasías una sonrisa;<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
acerqué un mullido asiento<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
frente al pájaro, el busto y la puerta;<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
empecé a enlazar una fantasía con otra,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
lo que este torvo, desgarbado, hórrido,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
flaco y ominoso pájaro de antaño<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
quería decir graznando: “Nunca más.”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
quemaban hasta el fondo de mi pecho.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Esto y más, sentado, adivinaba,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
con la cabeza reclinada<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
en el aterciopelado forro del cojín<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
acariciado por la luz de la lámpara;<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
en el forro de terciopelo violeta<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
acariciado por la luz de la lámpara<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Entonces me pareció que el aire<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
se tornaba más denso, perfumado<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
por invisible incensario mecido por serafines<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
“¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
¡Apura, oh, apura este dulce nepente<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
y olvida a tu ausente Leonora!”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
“¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabólica!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
enviado por el Tentador, o arrojado<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
a esta desértica tierra encantada,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
a este hogar hechizado por el horror!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
¡Dime, dime, te imploro!”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
“¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
ese Dios que adoramos tú y yo,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
tendrá en sus brazos a una santa doncella<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
llamada por los ángeles Leonora,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
llamada por los ángeles Leonora!”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
que profirió tu espíritu!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Deja mi soledad intacta.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Abandona el busto del dintel de mi puerta.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Aparta tu pico de mi corazón<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
y tu figura del dintel de mi puerta.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Aún sigue posado, aún sigue posado<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
en el pálido busto de Palas.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
en el dintel de la puerta de mi cuarto.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Y sus ojos tienen la apariencia<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
de los de un demonio que está soñando.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: left;">
no podrá liberarse. ¡Nunca más!<br />
<br />
Recordad que para este blog funcione hace falta vuestros relatos de terror. Animaos a escribir.<br />
Un saludo. </div>El espantapájaros negrohttp://www.blogger.com/profile/08885315733223760701noreply@blogger.com0